Debo confesar que…

No se me había ocurrido. Hoy me levanté con un pensamiento que no habia tenido antes. Quizá fue movido por haber observado el día anterior la estadística de visitas a mi blog. Ella me daba cuenta de una aceptación no «trending topic», pero suficiente para justificar lo que escribo. A fin de cuentas, ya no pretendo el Nobel, ni siquiera un best seller, si estos pensamientos pasaron por mi cabeza en algún momento del pasado, que probablemente no.

Recuerdo mi vieja página, hoy desaparecida. Se movía al compas de la efervescente actividad de mi participación en los foros, más o menos literarios, de la época. No era díficil que mi «page counter» alcanzara las 50.000 vistas, si cada foro podía tener de cincuenta miembros participantes. No le daba importancia, pues los curiosos entran en las páginas de todo tipo a ver qué hay, para cerrarlas después de leer el primer titular. Ahora, en este nuevo blog, el número de vistas es más modesto, aunque presumo que son de más calidad. Dos reclamos deben ser los que impulsan  a abrir mi blog. Uno es el que yo fuerzo con el envío del enlace a un nuevo escrito a unas 30 personas, amigos y familia, que sé no se van a enfadar por invadir sus correos con publicidad no deseada. Los envío CCO, con copia oculta. Esto quiere decir que nadie conoce las direcciones de correo de los demás. Hasta aquí correcto. Donde hoy pensé que no estaba siendo políticamente correcto, era que enviaba esos enlaces sin un saludo de cabecera y final; era como si le tirara migas de pan a las palomas.

Queridos amig@s y familia. Primero gracias por vuestra generosidad, segundo disculpas que os ofrezco sinceras.  A partir de ahora voy a seguir lo mismo, pues no creo procedente saludar a mis 30 incondicionales con esa modalidad de copia oculta. Y cuando recibáis uno de  mis escritos, cada uno pensad que os saludo de forma individual y con mi mayor afecto.

Josë

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