O eso me parece a mí. Con un año de vida, ya es la segunda ocasión que su comportamiento no es el usual. En estado normal, no es una gata cariñosa, más bien arisca, te muerde y te clava las uñas. Tengo las manos señaladas por sus «caricias». Pero hoy y desde hace tres o cuatro días, su comportamiento es diferente. Ahora es cariñosa, está encima de mí casi siempre. Si la acaricio, no me responde agresiva, se estira, se aplasta contra lo que tenga debajo, el suelo, mis piernas, el teclado del ordenador. Levanta los cuartos traseros y retira la cola. Síntomas propios de querer aparearse, según leo. Tendría que esterilizarla, pero para ello debería responderme si quiere. Desde luego que no lo haré por decisión propia. Pero sufro por ella porque su inquietud me la transmite. Probaré algunos remedios caseros que sólo sirven para tranquilizarla. También ha perdido el apetito, yo la mantengo dándole golosinas propias para los gatos. En la ocasión anterior se marchó de casa y no volvió hasta la mañana siguiente. Con mi poca experiencia, la observé y uno aprecié ningún signo de haber conocido varón. Tampoco maúlla, como dicen que es el caso, para llamar a los machos callejeros, sí emite un sonido algo lastimero, como pidiendo atención. Atención que yo le prodigo cuanto está en mis manos, aunque observo que lejos de satisfacerla, se presta con más intensidad a ser cubierta por un macho de su especie, o eso supongo. Y es que esterilizarla sería aceptar que ya no es mi gatita, dejaría de sentirse complacida cuando le paso la mano por el lomo y volvería a morderme o arañarme. Y yo prefiero estas «caricias» a que mi gatita se convierta en un peluche.
Pensando en las mujeres, ¡Ay, dios, si padecieran de un comportamiento similar! Me refiero a todas.
El relato es tierno, pero a esta gatita que está en celo le hace falta un nombre sino es una gata más. “Mi gatita” no la individualiza, a lo sumo podemos saber a quien en ese momento pertenece, y aunque se insinúe como muy especial dado los sentimientos que provoca , sin nombre no alcanzará la importancia que seguramente merece.
Si la gata está en celo, su dueño está celoso, de allí que le proporcione más cariño del habitual para demorar el tiempo en que se irá tras un macho.
Desluce el relato la asociación final.