De pañales a pañales

No he encontrado mejor título para describir lo que ha sido mi vida. Pero los pañales no fueron o son iguales. Comienzo.

Nací en un pueblo de Castilla–Leon, en la casa de mis abuelos, quizá no habría sobrevivido, de haberlo hecho en la casa de mis padres, que por la condición laboral de mi padre, el lugar no debía reunir las mismas, no superiores, que las de mis abuelos. Estos, mis abuelos maternos, eran en el pueblo los molineros, o que tenían un molino. Claramente las circunstancias económicas eran muy superiores, y la vivienda era igualmente mejor para mi nacimiento, y no sólo por las condiciones de habitabilidad, sino por estar cuidada mi madre por mi abuela, mis tías, la matrona del pueblo y el médico local. Nací por via natural, gracias al Altisimo, porque disponer de un hospital, en caso de cesarea era, entonces, imposible y sólo para algunos priviligiados.

El indice de supervivencia era muy bajo en los pueblos por la falta de salubridad; no había agua corriente, se obtenía de pozos, de la que se extraía con calderos, cuerda y polea, la embientación térmica a base del `popular brasero, causa de algunas muertes por inhalacion de monoxido de carbono, el agua caliente se obtenia de las cocinas económicas mediante un depósito adosado al fuego y que había que rellenarlo cuando se usaba. Mi curiosidad no tenía límites y algo debí hacer que se vertió el agua sobre mis manos causándome serias quemaduras. Todo hubiese sido manifiestamente mejorable, pienso ahora que la cultura popular en los pueblos no daba para más, y se acostumbraba a que no existiese cuartos de baño con ducha, water y, ¡ou la la!, el francés bidet que hoy glorifico por ser mi fiel compañero. Obio que el corral era el lugar donde se evacuaba él intestino, y la vejiga, la palangana donde se lavaba uno cuando ya no era posible mantenerse sucio. La ducha, quizá, no tengo el dato, que sería peor, pues ya era así cuando comencé a archivar vivencias, una vez al mes coincidiendo con el cambio de la ropa interior, sábanas de la cama, alguna otra prenda, que las amas de casa y las hijas mayorcitas lavaban en una tina de piedra o fabricada con ladrillos; básicamente, se sumergía la ropa, se frotaba en una tabla o una piedra para arrancar la suciedad (primero con cenizas y luego jabón cuando se supo que la mezcla de las grasa de cerdo y la sosa caústica daban el resultado de lo que se vino en llamar jabón) y después se enjuagaba en algun barreño de zinc en agua  limpia y se tendía al sol sobre cuerdas.

Todo lo que anterior escribo es para crear, someramente, el ambiente en el que nací.

De pañales I

Pañales que hoy nos ofrecen en cualquier supermercado. Los primeros pañales, ni hablar de que fuesen los sofisticados, ergonómicos, absorventes, con alas o sin en la farmacia o en la tienda de ultramarinos que hoy podemos disponer; eran restos de otras telas que en forma de pañal se colocaban entre el braguero y el culo; eran reciclables, cómo no, pues se acumulaban junto con los que las mujeres producían en sus menstruaciones. Por cierto, que esa edad todo lo que mostraba algo relacionado con la mujer, nosotros lo elevábamos a la categoria de sexo, sin mayor precisión, pues nos estaba vedado el tema.

Era el primer nieto para mis abuelos, todos los privilegios me eran concedidos. Pero esos privilegios también me eran escatimados, pues nada sobraba en una economía de guerra que marcaba los lujos, los derroches y las escaseces. No, mis abuelos, probablemente, de alguna forma ayudaron a mis padres.

Ya con pocos años, pude archivar recuerdos de situaciones, vivencias y pocas alegrías, pues carecía de todo aquello que hace feliz a un niño. Pero no me voy a repetir, pues en otros escritos he abundado sobre todo eso, Lo que quizá se me haya pasado es algo que marcó ya para siempre mi vida. Ya era un mocito de poco más de siete años. Vivía con mis padres en un pueblo que no olvidaré. En los bautizos, especialmente en los de padres adinerados, era costumbre después de bautizado el niño o niña, que desde un balcón o ventana los padrinos tiraran caramelos al enjambre de niños de mi edad que esperaban ansiosos; en ocasiones los lanzamientos eran de monedas de mínimo valor. Yo estaba allí cuando sucedió. Algo incomprensible sacudió todos mis resortes de vergüenza. Entre todos aquellos niños sobresalió la figura de un hombre vestido con su uniforme que, como un niño más, intentaba coger todo lo que podía, sin duda que en su mente de pobre hombre, lo hacía para que su hijo tuviese aquello que venía del cielo gratis. Yo me fui de allí fuera de la visión de la escena y de los niños y lloré. Mi padre fue amonestado por sus superiores, a los que a todos aquel indigno acto les produjo la misma vergüenza que a mí. En el pueblo mi padre dejó de ser respetado.

No fue un incidente vergonzoso aislado. Por desgracia participé en otras muchas ocasiones en las que mi padre fue protagonista. En mi casa era habitual el espectáculo en el que mi madre también era protagonista, por el dolor y vergüenza que mi padre le causaba. Yo, sólo lloraba en un rincón, tapándome los oídos para mitigar los gritos que venían de otra estancia de la casa. MI padre, alcohólico declarado, era un pobre hombre incapaz de respetar el uniforme que llevaba puesto y evitar el bochorno general que producía su inevitable dependencia del alcohol. Las muchas ocasiones que participé como sufriente espectador, produjeron en mí un aislamiento de la convivencia con los de mi edad, y hasta tenía miedo que al ir a la escuela alguno tuviese la poca misericordia redirigirse a mí con la expresión: «tu padre es un borracho». Hoy pienso qué habría sido de nosotros si a mi padre lo hubiesen echado del trabajo que desempeñaba; quizá la caridad y el amor de mís abuelos hubiesen mitigado la situación; penoso, en cualquier caso.

De pañales 2

Así crecí, carente de toda autostima, ni siquiera el ser el primero de la escuela supuso que escindiera mi personalidad en las dos que me ofrecía la vida: la que me ataba retraído a mi padre y la que timidamente yo me creaba sin un padre que habría sido mi guia, mi orgullo, mi insuperable padre. Mi madre, la pobre y sufrida madre, padeció lo que hoy soy capaz de valorar, pues entonces sólo valoraba su llanto por parecerse al mío.

Mi pubertad no fue diferente a la de todos los niños, salvo en la escasez en todo aquello al que tenían acceso algunos. Al margen de mi aplicación en los estudios que me proponía la escuela, mi otra vida se concretaba en jugar; el maestro hizo dos equipos que habrían de enfrentarse entre si jugando al fútbol sin reglas, sin campo acotado, sin árbitro, se trataba de darle a la pelota en un dirección concreta, opuesta a la del contrario; el fondo entero era la portería. En uno de aquellos equipos no pude participar por no haber contribuido al gasto que supuso la pelota. Yo, desolado, miraba a mis compañeros corretear, en una mezcla de frustración y, otra vez, la vergüenza de ser un marginado, esta vez por unas cuantas pesetas que me negaron mis padres, o que no tenían. Mi tío materno me regló una pelota de goma en alguna ocasión, era feliz. Algún niño, ya superior en mi edad, enfadado conmigo por algo, me rajo aquella pelota dejándola inservible; el llanto se ahogó en la ira, sin más consecuencias.

Un aspecto muy marcado en esa edad era mi vida sexual, si por vida se puede definir. El caso es que el onanismo compulsivo, la eyaculación que manchaba las sábanas en mis sueños oniricos, aquella niña que atraía esos sueños, el sexo, en definitiva, inconsumado, formaba buena parte de mis inquietudes y desahogos, supongo que como a la mayor parte de los niños de mi edad; normal y natural, nada reseñable como especial.

Y así llegué a cumplir los 10 años, con mucha pena y sin recordar ninguna gloria.

De pañales 3

Entraba en la pubertad con muchas expectativas; diez años ya imponían un pensamiento maduro. Dejé la escuela del pueblo, y algo inusual sucedió: Mis padres me indicaron que el camino era el bachiller. No sé de dónde se sacaron tal idea, hacer el bachiller suponía desplazarse a la ciudad, matricularte en el instituto o ir por libre. Yo, como, apenas tenía voz o voto, acepté. Pero no tenía otra otra opción que preparar el ingreso en casa, o ayudado por una maestra de un pueblo cercano. Y así comencé la aventura. Cada día me desplazaba a ese pueblo con la comida en una fiambrera. En una ocasión, quizá llamado por la maestra, mi padre fue a recogerme, y cómo no, allí se presentó mi padre borracho. El cielo fue benévolo y no se me cayó encima. Andando regresamos a casa, mi padre casi no se sostenía. Procuré ir despacio para ver si se le pasaba y mi madre no tenía que sufrir, una vez más, la incontinencia de mi padre. No pudo ser, mi madre advirtió lo que había pasado y se montó una buena. Pero eso era ya tan habitual que ya no causó extrañeza y el silencio volvió a mi casa, rumiando mi madre en semisilencio toda la retaíla de improperios que mi padre escuchó impasible, sin inmutarse o sin enterarse.

Suspendí el ingreso en junio, no iba bien preparado. En septiembre aprobé, ya era un flamante bachiller. Mis padres consiguieron una pensión con una viuda, poco dinero y alguna vianda me permitieron alojarme en la ciudad.

Volví a a ser el alumno aplicado y aprobando todas las asignaturas de cada curso. Pero esto no tiene historia.

De los diez a los quince fui marcando lo que sería mi personalidad. Hice deportes y, que a pesar de falta de nutrición adecuada, me convertí en un joven atleta que presumía de músculos con la camisa corta que, a propósito, remangaba. Las chicas se fijaban en mí, pero para aprovechadme de ello no tenía las dotes de un Don Juan, pues era tímido. Ya sería un año o dos después que una joven me enamoró sin remedio. Sacando fuerza de flaqueza me declaré. El terreno estaba fértil, pues ella estaba en sintonía con mi vacilante amor. Y ya, exceptuando algún otro devaneo con jóvenes propicias, ese fue el amor de mi vida hasta que la muerte nos separó. Los primeros años ese amor correspondido tuvo sus dificultades; la joven era hija de una policía que no veía con buen ojo esa relación tan temprana. Se me prohibió. Pero yo ya era un muchacho con músculo y carácter y no me hizo arredrar las furibundas admoniciones del padre; le respondí: «ya lo veremos». Y no pasó de ahí la cosa, porque para eso estaban los escondites.

De pañales 4

De los quince a los veinte fue una época en la que terminé el bachiller, competía en certámenes atléticos juveniles nacionales con la obtención de una medalla de bronce en lanzamiento de peso. Era lo más a lo que podía aspirar, y presumía de ello, cómo no. El resto de mi dedicacion consistía en fomentar mi noviazgo con escapadas a lugares seguros del furibundo padre de la ya mi novia.

Pero lo importante era qué hacer con mi flamante bachiller. Aprobé el examen que me daba acceso a la universidad, ese era mi objetivo y mi meta, sin tener claro cómo abordarlo. En la ciudad en la que vivía no había universidad, si había una especie de universidad que llamaban laboral, pero no me seducía, yo quería algo a lo grande, estudiar ciencias físicas y en ello me empreñé. Era un ingenuo. A esa edad ya no tenía claro si mi vocación era de ciencias o letras, que de haber tenido más lucidez, ya estaba seguro que escribir era algo que me seducía. Leer todo lo que estaba a mi alcance en la biblioteca pública de la ciudad. Escribí poemas, la historia de mi amor en verso, alguna orbrita de teatro, todo para consumo interno o compartido con mi novia.

Pero como digo, y ahora sin comprenderlo, mi ingenuidad no tenía limites. La unica forma que tenía de intentar lograrlo era matricularme en la Univesidad Autónoma de Madrid, y como medio de susitencia hacerme Guadia Civil. Era fácil, como hijo de la Benemerita, tenía, simplemente, que solicitar el ingreso, tres meses en la academia y salir con el tricornio puesto. Destinado a Madrid con la ayuda de un familiar y su amistad con alguien importante en la Dirección del Cuerpo, Madrid fue mi destino. Pero el siguiente paso era hacer compatible el Servicio como guardia y los estudios exigentes de la universidad. Fui destinado a una comandancia de guadias jóvenes y solteros. Al principio todo fueron ostaculos, las obligaciones que me imponia ser guardia, me dejaban poco espacio para asistir a las clases, y estudiar sin ello sin tomar apuntes, hacía practicamente imposible el sacar algo en lo que pretendía cuando me matriculé, asi que el primer año sólo aprobé dos asignatura de cinco. El siguiente año lo tuve más fácil. En el cuartel solicitaron plazas para ser el electicista. Pasé la prueba gracias a mis elementales conocimientos de física y fui nombrado electricista. Ese cargo me daba mucha más facilidad para disponer de tiempo, además de estar autorizado para vestir de paisano. Comencé con regularidad las clases presenciales y me examiné. Fue, entonces, cuando me dí cuenta de dos cosas que cambiaron mi destino: yo no era vocacionalmente un estudiante de ciencias y tampoco podía con mi cargo militar ( el cuartel estaba militarizado). Aprobé una asignatura más, raquítico resultado. Así que no lo pensé dos veces: al cumplir dos años como guardia, se me compensaba con los dos años que hubiese tenido que hacer la mili. Podía licenciarme a apetición propia y salir del agujero en el que me había metido.

¿Qué podia hecer ya en la calle, sin recursos económicos? Estudiar idiomas, ya hablaba francés bastante bien al ser la signatura de idioma cursado en el bachiller. Necesitaba el ingles para pretender encontrar empleo en la actividad turística.

Con una mochila, me puese a andar por los caminos de Europa en la modalidad «Autostop» y alojándome en los albergues juveniles en mi avance hacia un destino que me atrajo sin saber bien por qué: Suecia. Y allí termine después de un largo periplo. La suerte me acompaño esta vez y encontré trabajo en un restaurante como friegaplatos. El sueldo me pareció increible, practicamente ahorraba todo menos el gasto de una habitación donde me alojaba. En el restaurante sólo podía hacer practicas de sueco con los compañeros y compañeras. ¿Por qué no? Los suecos empezban a visitar España de forma notable, asi que en lugar de inglés podía aprender un sueco básico, y luego ya vería. Volví a casa con unos buenos ahorros después de tres meses que se me autorizó a permanecer en Suecia. Era poco tiempo para sacarle partido a mi sueco incipiente, asi que tenía que volver a Suecia. Supe de una posibilidad extraordinaria: Los estudiantes extranjeros podían trabajar en Suecia durante tres meses en los llamados «campos de estudiantes». En ellos obtenía el sueldo regular y alojamiento. Solicité poder tener acceso a este «chollo» y me fué concedido. Con los ahorros pude salvar las carreteras de España. En Endaya volví a tomar el transpote público hasta llegar al Sur de Suecia, donde estaba el campo de estudiantes. Me pareció un acierto lo logrado. Estudiantes de todo el mundo se ajoban en barracones confortables. El idioma común no era el sueco, sino el inglés. Podía matar dos pájaros de un tiro, seguir con mi sueco en el trabajo y el inglés en los barracones. Al final de los tres meses, mi sueco era elemental para una convesación sencilla y mi inglés comenzaba a ser sencillo para una conversación elemental.

Con el dinerillo ahorrado podía hacer algo notable: ir a Gran Bretaña para sera seguir perfeccionando ese inglés que me abriría las puertas necesarias para situarme.

Y así fue. Decidí ir a Escocia, Edinmburgo, donde estudiaba una amigo que hice en el campo. Tenía dinero para no tener otro objetivo que estudiar inglés «full time». Alquilé una habitación donde ya residía mi amigo y, todas las mañanas, me trasladaba a la universidad, asistía a laguna clase como oyente y la mayor parte del tiempo lo pasaba en la cafeteria reunido con grupos que aceptaron mi presencia. Los escuchaba hablar, comprendía algunas cosas y repondí a lo que me preguntaban.

Otros tres mese después, sin dinero para seguir, emprendí la vuelta a casa, ya con un idea fija en mi mente: buscar trabajo en la hostelería y….¡casarme!

¿Dónde encontrar ese anhelado trabajo? Se empezaba a hablar de La Costa del Sol. Pensado y allí fui. Torremolinos fue mi primera eleccion. Me presenté en un hotel que constituía un lujo y avanzadilla en la hosteleía española. «Hablo sueco, Inglés y francés» fueron mis credenciales. Fui aceptado de inmediato. En la recepción del hotel comence a valorar los idiomas que «hablaba». Como anécdota un cliente sueco se acercó al mostrador, lo recibí en sueco, y el muy capullo me responde en inglés. A pàrtir de ahi y cabreado, el sueco dejó de ser una herramienta.

Tres meses en el trabajo y con un sueldo que estime suficiente, le dije a mi novia: «prepara la boda, nos casamos».

Con un par de maletas y mucha ilusión, mi esposa y yo nos alojamos en un hostal de Salamanca. Allí pasamos la luna de miel y, quiza, encargamos nuestro primer hijo o hija. Un par de días con sus noches y nos trasladamos a Madrid, donde estuvimos otro par de días con sus noches. Y ya, a Torremolinos, Malaga, donde había reservado un apartamento.

MI esposa, paciente, me esperaba a que volviera del trabajo. La rutina del amor no daba mucho de sí.

Cambié de trabajo muchas veces: hostelería, dierector de apartamentos, agente de maquinas de lavar e instalación de lacvanderías, constructor de chalets. En una de esas nació nuestra hija, una joya, dos años después nació nuestro hijo, otra joya, y paramos.

De pañales 5

Seguirá sin editar

Lo que somos y de dónde venimos

Extinción de la especie humana, línea de tiempo de evolución, mono se convierte en homo sapiencia, vertical, personaje masculino evoluciona de mono a hombre moderno.

Está claro, no somos monos, somos homo sapiens con ordenador y teléfono móvil. Las calaveras parece ser nuestro destino en el proceso de la evolución. ¿Qué hemos hecho para llegar a tal fin? La política, las guerras, el abuso de la naturaleza, el caos acelerado en la ambición humana… No más literatura, cuando éramos monos, éramos mejores, al menos no éramos tan estúpidos. R.I.P. Descanse en paz el que se lo merezca.

Lo escrito anterior podría ser la mejor inscripción en nuestra tumba, pero no quedará nadie para leerla.

¿Se muere el arte?

Sorprendente, ¿verdad? Una obra pictórica maravillosa, digna de ser expuesta en cualquier museo y su autor glorificado. Pero no, desde ahora habrá que poner en cuestión todo lo que vemos y el juicio que nos merezca. Copio y pegó parte del texto que acompaña a esta “maravillosa obre de arte”.

Se titula (en francés) 

Teatro de la ópera espacial. Es obra de Jason Allen, un ilustrador al que solo conocían en su pueblo de Colorado (Estados Unidos). No usó pinceles y le llevó menos de medio minuto. Utilizó un programa de generación de imágenes por inteligencia artificial (IA)llamado Midjourney. Tecleó unas pocas palabras: ‘teatro’, ‘ópera’, ‘espacial’… Et voilà.

Fue premiado en su pueblo en un concurso ad hoc y ganó por ello 300 dólares. Una revista se hizo eco del acontecimiento y… los artistas, las galerías, los críticos de arte lo condenaron a los infiernos cuando se descubrió la impostura. Alguno batió palmas de reconocimiento. El “pobre artista”, asustado, declaró que él nunca ocultó cómo había realizado su obra.

Pero habrá que preguntarse qué harán ahora los artistas auténticos, porque no podrán evitar el superior competidor que deja a sus obras sin el apelativo” maestras” que, hasta ahora, se le venían adjudicando. Los muy ricos colgarán en su palacios obras digitales sin confesarsu secreto, y los que tengan acceso a su visionado quedarán embobados ante tanta magnificencia.
Ahora, por lo que a mí concierne, y dado que no escribiré nada notable, digno de un gran premio y reconocimiento como súper venta, buscaré una aplicación que me genere un texto insuperable para la mejor pluma. Ya tengo las tres palabras que necesito, tres minutos para generarlo y “a la impresora”, tres copias y al concurso literario mejor dotado. Se descubrirá el engaño tarde, tendrá que afinar mucho la IA para que no cometa errores de comas y puntos y comas. Pero ellos, los buenos escritores, no podrán menos que pensárselo.

Cuántas cosas extraordinarias nos esperan, buenas y malas. «C’est la vie !», ( así es la vida), que diría un escritor a la búsqueda de la excelencia.

¿Quién fue el autor? Es bueno, ¿verdad?

Como decíamos ayer

La frase atribuida a Fray Luis de Leon a su regreso, después de cinco años de destierro, a la cátedra de la Universidad de Salamanca, de la que fue desposeído por la SANTA INQUiSICIÓN por sus ideas contarías a lo que la Santa Madre iglesia proponía como verdaderas. «En la actualidad, el aula donde Fray Luis de León impartía clase a sus alumnos permanece intacta en las Escuelas Mayores de la Universidad de Salamanca. Desde el pequeño púlpito de la clase aún reverberan sus enseñanzas y, cómo no, el eterno “Como decíamos ayer” que resuena en todas las paredes del viejo aula.»

A colación traigo lo anterior porque me sirve para la introducción al como decíamos ayer de lo que sigue.

Bajo presión familiar y de amistad, hoy accedí a encontrarme con un amigo de temprana juventud –digo temprana para significar que ambos tendríamos menos de veinte años–. Porque mi amigo insistía y porque la familia me presionaba, quizá pensando que me convenía, quizá para mi salud mental, la cita se concertó con comida por medio.

El encuentro caluroso, de abrazo espontáneo, y ya sentados a la mesa, surgió igualmente espontánea la frase como decíamos ayer. El ayer pasó enseguida difuminado ante la presión mental de llenar el espacio entre los dos. La única forma posible era hablar de nuestras circunstancias actuales, con lapsus de memoria consecuentes con la edad. No rememoramos hechos, anécdotas del ayer, que una mente casi senil guarda intactas. Hubiesen llenado toda una tarde entre sonrisas y nostalgia, pero no fue el caso, quizá porque en la presencia física nos desconocíamos. Terminada la comida, alargada convenientemente con el postre, el encuentro acabó. Quedamos en volver a vernos. Quizá en un segundo encuentro uno de los dos comenzara con un como decíamos ayer y el encuentro agotara las horas porque el local apagara las luces.

El hombre y su destino

Los espermatozoides españoles son los segundos más efectivos de Europa para lograr un embarazo

«Hace cinco años, un estudio que describía una disminución precipitada en el número de espermatozoides generó preocupación sobre el fin de la procreación tal como la conocemos. Ahora, un nuevo trabajo muestra que este ha disminuido aún más y que la tasa de disminución se está acelerando, lo que genera temores de una crisis global de fertilidad que se avecina.» Información de un periódico.

Algo menos que un cuento.

Año 2050. El útimo estudio sobre la fertilidad humana fija en 5,3 % el número de espermatozoides en el recuento de una eyaculación normal. Los poderes públicos se plantean si este es un problema para la humanidad o una disminución de votos que apoyen al partido de turno. Es urgente encontrar una solución. Una ley se proclama en la que todo miembro de la comunidad, con el pretesto de un bien para la humanidad, obliga, como si de una vacuna para atacar una pandemia viral se tratase, a pasar por los centros habilitados, para, o facilitarles una eyaculación con sofisticadfas muñecas y más sofisticadas  aperturas (vagina, el ano, la boca), para la cópulación o extraerles esperma de los testículos, de forma incruenta, claro. Como el resulltado es desolador, del esperma obtenido se guarda congelado aquel que supere el 50% de la tasa de fertilidad normal según estudios anteriores cuando no existía tal problema y que se usará con aquellas voluntarias que deseen la maternidad o, por decreto, aquellas que la administración señale en un muestreo aleatorio, en ambos casos previo examen, si sus caracteristícas las muestran idóneas.

Pero el feminismo más radical sale a la calle en protesta por el decreto que, sengún éste, hace de la mujer un objeto intolerable. Toman el lema «El “solo el sí es sí», utilizado en otras protestas antiguas. El gobierno de turno ve en ello un problema de supervivencia del partido que le apoya y cambia la ley por otra que propone incrementar el voluntariado con prebendas sustanciosas para las que acepten y sean aprobadas para una fertilidad segura.

El resustado de esas y otras maniobras es un fracaso. Los científicos tienen la palabra. Estos, depuess de diagnosticar el problema, señalan al gobierno que, dados los millones de espermatozoides que tiene el esperma sano, se obtenga un espermatozoide que, aparentemente, se considere óptimo para procurar la fertilización in vitro con garantías.

Todo es así en el año 2050. Ahora se plantenan políticos y científicos cuál será el escenario dentro de 50 años más. Si la progresión acelerada de la disminución de espermatozoides continúa o la calidad de los mismos los hace inservibles, los pronósticos son terribles: la humanidad no tendrá ningún recurso para mantener la existencia y está desaparecerá. Este desolador problema podría tener una solución: revertir muchos de los indicadores que lo han provocado, alimentación transgénica, pesticidas, destrucción de la capa de ozono, cambio climático con temperaturas superiores a 45 grados de media, las guerras que se preveen se desaten para ocupar los espacios que queden con condiciones aceptables de supervivencia, sin asegurar que existan alguno para entonces.

Pero para esa fecha faltan algo así como 50 años, así que, tranquilos, ya se hallará la solución.

Esos animales que no vemos

La naturaleza no deja de sorprender. En ocasiones habituales disponemos de sus extrañas criaturas a simple vista, y el problema es hallarlas y fotografiarlas para dejar constancia de su existencia. En otras ocasiones, la ciencia nos trae algún especimen extraño que permanecía oculto por su tamaño. En cualquier caso, sorprende sobremanera algunas particularidades comunes: todos tienen ojos, y un par de ojos simétricos, salvo raras excepciones, todas ellas originadas por el medio en el que habitan, en una adaptación sorprendente. De estos, cualquiera de mis lectores `puede hallar información exhaustiva en Internet, si tienen curiosidad.

Pero hay más que no resulta fácil porque no se conocía de su existencia, o de su existencia tal y como son en el detalle. Aquí­ os traigo unas fotos sorprendentes que, gracias a un concurso de fotografí­a microscópica de Nikon, podemos disfrutar de ellas, si no nos horrorizan. Todas pertenecen a animales visibles a simple vista, pero, seguro, nadie tení­a conocimiento de sus particularidades a escala microscópica. Disfrutarlas si, como digo, no os producen temor. Seguro que esto tiene una explicación, algo que tiene que ver con la supervivencia, y en su micro mundo, esas rarezas les protegen de otros de su tamaño. Porque si no es así, la pregunta sería: ¿por qué adoptaron esas extras figuras? Otra serí­a, si en un micro mundo ellos sí pueden verse como son a su escala natural.

Nos queda mucho por saber o conocer, aunque siga preguntándome por qué.

La foto del escarabajo joya rojo ganó como «imagen de distinción» en el concurso de fotografía microscópica de Nikon.

La foto de un ajolote transgénico logró un lugar en la categoría «imagen de distinción» en el concurso fotografía macroscópica de Nikon

La imagen de la araña de patas largas se llevó el cuarto puesto de «las mejores 20» del concurso de Nikon

El retrato de una mosca tomando a un escarabajo tigre ganó el puesto 10 en la categoría «los mejores 20» del concurso de fotografía microscópica de Nikon
La imagen del embrion de pez cebra ganó un lugar en la sección «imagen de distinción» del concurso de Nikon

Foto de la larva de mosca jején obtuvo una mención honorable en el concurso de Nikon

La foto d e la hormiga obtuvo un lugar en la categoría «Imagen de distinción» en el concurso de Nikon

El retrato en primer plano de la araña saltadora ganó un sitio en la categoría «imagen de distinción» del concurso de Nikon

The final count down

The Final Countdown

We’re leaving together
But still it’s farewell
And maybe we’ll come back
To Earth, who can tell?
I guess there is no one to blame
We’re leaving ground, leaving ground
Will things ever be the same again?

It’s the final countdown
The final countdown

It’s the final countdown
The final countdown
The final countdown
The final countdown

La cuenta atrás final

Nos vamos juntos
Pero aún así es despedida
Y tal vez regresemos
A la Tierra, ¿quién sabe?
Supongo que no hay nadie a quien culpar
Estamos dejando el suelo, dejando el suelo
¿Las cosas volverán a ser iguales?

Es la cuenta atrás final
La cuenta atrás final

Es la cuenta atrás final
La cuenta atrás final
La cuenta atrás final
La cuenta atrás final

Estos chicos enmarcan, con su actuación, la tagedia que se avecina. Ellos la transmiten casi con euforia. La letra ya es otra cosa. En ella no hay ni un ápice de conformidad, casi es un grito, si excluimos los saltitos. Son jovenes, es posible que no se den cuenta que están llamados a ser los mensajeros de los dioses. Lo vivirán, los que sobrevivan, como si con ellos no fuese la cosa. Es la indiferencia que sólo concierne a sus progenitores, ellos sabrán qué hacer. Los chicos sólo hacen musica, buena música, y son recompensados con audiencias millonarias. Pero saben que no harán nada que la evite, porque la tragedia la envían los dioses, sentados en el olimpo, mirando para otro lado.

El mundo que habitamos

Hola, queridos amigos, familia y desconocidos. Me siento delante de la pantalla para deciros, por si no lo hubieseis percibido por vosotros mismos, que esto pinta muy mal. Me refiero a este mundo nuestro en el que habitamos. También yo recibo la información y la doy por buena. Esa información la avalan los acontecimientos que se suceden cada hora, cada día. Que el mundo está inmerso en una entropía, sin posible duda, Por señalar algunos hechos con los que nos desayunamos cada día, ved los que aquí dejo a vuestra consideración, que no parecen discutibles, salvo por los ignorantes.

Suscribo la reflexión sin añadir ni una coma. Leonardo Boff, más que reflexionar, apunta hechos que, en su conjunto, hacen un análisis real del mundo, hoy. Son hechos, no elucubraciones o fatalismo del autor.

Ante un panorama así, una vez informados los que pasamos, en muchos casos, de Nostradamus y sus predicciones, como de otros que se empeñaron en aguarnos la fiesta con su apocalípticos sucesos que el futuro nos depararía, ¿qué podemos hacer ante una información que no nos previene, sino nos pone ante la realidad?

Vivir para ver, diréis algunos. Abrid los ojos y mirad.

«Situación del mundo: ¿crisis civilizacional, drama o tragedia?

Síganme en este pensamiento: ¿alguien puede decir hacia dónde vamos? Ni el Dalai Lama, ni el Papa Francisco ni ninguna autoridad lo podrá decir. Sin embargo tenemos tres advertencias serias: una del Papa Francisco en su última encíclica, Fratelli tutti de 2020: «Estamos en el mismo barco: o nos salvamos todos o no se salva nadie» (n.32). Otra también de la mayor autoridad, la Carta de la Tierra de 2003: «la humanidad debe elegir su futuro y la elección es esta: formar una sociedad global para cuidar la Tierra y cuidarnos unos a otros o arriesgarnos a la destrucción de nosotros mismos y de la diversidad de la vida» (Preámbulo). La tercera viene del Secretario General de la ONU António Guterres a mediados de julio de este año de 2022 en una conferencia en Berlín sobre el cambio climático: «Nosotros tenemos esta elección: acción colectiva o suicidio colectivo. En nuestras manos está». La mayoría no se siente en el mismo barco ni cultiva el cuidado y no elabora acciones colectivas.

Consideremos algunos fenómenos: Brasil está atravesado por una ola de odio, de mentiras y de violencia contra una gama inmensa de personas, cobardemente despreciadas y difamadas, ola incentivada por el presidente que elogia la tortura, las dictaduras, viola constantemente la Constitución. Sin ninguna prueba  cuestiona la seguridad de las urnas. Convoca a todos los embajadores para hablar mal de nuestras instituciones jurídicas y da a entender que, si no es reelegido, dará un golpe de estado. Comete un crimen de lesa patria, motivo para impugnar su candidatura. Y no nos referimos al hambre y al desempleo de millones de personas que campea en el país. Además los incendios en la Amazonia y en el Pantanal.

La situación ecológica del mundo no es menos preocupante: en pleno verano europeo el clima ha llegado a los 40 grados o más. Hay incendios prácticamente en todos los países del mundo. Son los eventos extremos agravados por el calentamiento global. En el presente año en nuestro país hemos tenido grandes inundaciones en el sur de Bahía, norte de Minas, del Río Tocantins y del Amazonas y trágicos deslizamientos de laderas en Petrópolis y Angra dos Reis, con innumerables víctimas, y simultáneamente sequía prolongada en el sur.

Hay 17 focos de guerra en el mundo, el más visible de todos en Ucrania atacada por Rusia con alto poder de destrucción. La decisión de los países occidentales, englobados en la OTAN, que tiene como principal actor a Estados Unidos, al establecer “un nuevo compromiso estratégico” y pasar de un pacto defensivo a un pacto ofensivo, ha sido gravísima. Declara ipsis litteris a Rusia como enemigo presente, y más adelante a China. No se trata de un concurrente o adversario, sino de enemigo, al que en la perspectiva del jurista de Hitler Carl Schmitt, cabe combatir y destruir usando todos los medios, inclusive los militares y, en el límite, los nucleares. Como señaló el reconocido economista ecologista Jeffrey Sachs, reforzado por Noam Chomsky: si ocurriera eso, sería el fin de la  especie. Esto sería la gran tragedia.

Tal vez la amenaza más grave nos viene del ya citado calentamiento global acelerado. Con el esfuerzo conjugado de todo los países hasta 2030 se debería limitar el calentamiento a 1,5 grados Celsius. Ahora constamos que se ha acelerado; con la entrada masiva de metano debido al deshielo de los cascos polares y del permafrost se ha anticipado al 2027. El último informe en tres volúmenes del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (conocido por el acrónimo inglés IPCC) publicado hace pocos meses advertía que podría llegar mucho antes. Existe el peligro, apuntado ya anteriormente por la Academia Norteamericana de Ciencias, de un “salto abrupto”, que puede elevar la temperatura 2,7 o más grados Celsius. La conclusión a la que llega el IPCC es «que los impactos en todo el mundo son una amenaza para la humanidad». Gran parte de los organismos vivos no consigue adaptarse y acaba desapareciendo.

De igual manera, multitudes humanas pueden sufrir terriblemente y también morir antes de tiempo. Tal evento puede ocurrir en los próximos 3-4 años. No parece que los analistas y planificadores estén tomando en cuenta esta eventualidad.

De ahí se entiende que algunos científicos del clima, sean tecnofatalistas y escépticos. Afirman que con los miles de millones de toneladas de CO2 y de otros gases de efecto invernadero ya acumulados en la atmósfera (en la que permanecen cerca de 100 años) no estamos en condiciones de impedir el calentamiento global. Hemos llegado demasiado tarde. Los eventos extremos vendrán fatalmente, cada vez más frecuentes y dañinos, devastando partes de los biomas terrestres y de las costas marítimas. Por el hecho de disponer de ciencia y de tecnología podemos solo mitigar los efectos nocivos pero no evitarlos. Es una crisis de nuestro tipo de civilización que se construyó sobre la depredación de los recursos naturales.

A este cuadro dramático hay que añadir la Sobrecarga de la Tierra: consumimos más de lo que ella nos puede ofrecer, pues necesitamos más de una Tierra y media (1,7) para cubrir las demandas del consumo humano, especialmente el suntuoso de las clases opulentas.

Ante este escenario innegablemente dramático, ¿qué pensar? ¿que tal vez ha llegado nuestro turno de ser excluidos de la faz de la Tierra? Dada la voracidad del proceso productivista mundializado que no conoce moderación, cada año están desapareciendo,según el biologo E.Wilson, cerca de 100 mil especies de organismos vivos. Aquí cabe recoger las palabras del eminente naturalista francés Théodore Monod, que hemos citado algunas veces: «somos capaces de una conducta insensata y demente; a partir de ahora podemos temer todo, inclusive la aniquilación de la raza humana: sería el justo precio de nuestras locuras y de nuestra crueldad». Esta opinión es compartida por otras notables personalidades como Toynbee, Lovelock, Rees, Jacquard, y Chomsky entre otros.

No podemos saber cómo será nuestro futuro. Pero no puede ser una prolongación del presente. La naturaleza de la lógica capitalista no cambiará, si no, tendría que renunciar a ser lo que  es y quiere ser: acumular ilimitadamente sin cuidar las externalidades.

Como mostró Hans Jonas en su libro El Principio Responsabilidad, el factor miedo y pavor puede ser decisivo. Al darse cuenta de que puede desaparecer, el ser humano hará todo para sobrevivir, como los navíos antiguos que, en peligro de naufragar, tiraban toda la carga al mar. Habría introducir cambios radicales especialmente en el modo de producción y en el consumo frugal y  solidario.

Existe todavía el principio de lo imponderable y de lo inesperado de la mecánica cuántica. La evolución no es lineal. En momentos de alta complejidad y de gran caos puede dar un salto hacia un nuevo orden y conquistar otro equilibrio. En nuestro caso no es imposible. Pero se hará seguramente con el sacrificio de muchas vidas también humanas. Es nuestro drama.

Finalmente, tenemos la esperanza teologal, el legado judeocristiano, que debe ser entendido también como una emergencia del proceso evolutivo y no como algo exógeno. Ella afirma el principio de la vida y del Dios vivo y dador de vida que creó todo por amor. Él podrá crear condiciones para que los seres humanos cambien hacia otro rumbo de su destino y así puedan salvarse. Pero “chi lo sa”? A nosotros nos cabe el esperanzarse de Paulo Freire, es decir, crear las condiciones para la utopía viable, la esperanza, de que lo inesperado sucederá y que la vida siempre tendrá futuro y está destinada a cambiar para seguir y seguir brillando.

*Leonardo Boff ha escrito El doloroso parto de la Madre Tierra: una sociedad de fraternidad sin fronteras y de amor universal, Vozes 2021 y Habitar la Tierra, Vozes 2022.»

P.S. ¿Quién es Boof?

https://elpais.com/diario/1985/05/10/sociedad/484524005_850215.h

Apocalypto, por Mel Gibson

Son las dos de la mañana. Mel, he visto tu película. He cerrado el ordenador y me he acostado, obviamente con la intención de dormir. Pronto me di cuenta que no iba a conseguirlo. Mi mente no buscaba relajarse. Todo lo contrario, buscaba respuestas, respuestas a las preguntas que me sugería la película. De mis primeras incursiones como escritor pergueñé un libro, quizá con más empeño que fortuna. Está por aquí, disponible, con todos mis escritos. Salmos por una cuadro, se titula. Me movió una inquietud temprana, que se abrió a la aventura de escribir sobre ella. Han pasado muchos años. De aquel amanecer no surgió una aurora, y la sombra no quiso ocultarla, aunque tampoco presentarla en público como una obsesión. La película ha removido todo aquello que permanecía dormido y no puedo menos de saltar de la cama, abrir el ordenador, una página nueva y me pongo a escribir lo que se me ocurra, sin duda guiado por ti, Mel.

Y como siempre, el recurrente Dios me obliga ahora a la siguiente plegaria: Porque…

«Clamé contra ti y estuve solo. No encontré ayuda. Mi voz se perdió en el vacío infinito que hay entre tú y yo»

Me dijeron que creaste al hombre a tu imagen y semejanza. ¿Cuántas copias hiciste? Mel Gibson se sale del guión y me sugiere que debieron que ser muchas, una de ellas terrorífica; por resumir, la del hombre perverso y la del hombre bondadoso. Si fue así, te preguntó con qué intención lo hiciste. No encuentro una explicación. Sí, el mal y el bien buscando protagonismo, pero ¿qué obtenías con ello? Pudiste crear una obra maestra, sin necesidad de que yo ahora cuestione tu grandeza.

«Nos soy un valiente ni un insensato. Nadie confunda mi provocación. Es una huída hacia adelante. Estoy cansado de tener miedo. Pero sobre todo vergüenza» (De Salmos)

La película es tan imposible de creer, que…

«Vana esperanza. Tras las nubes allí sólo el cielo que nos ha vedado. Para nosotros la tierra, mota del Cosmos para arrastrarnos» (De Salmos)

No se si te inquieto dando pistas que abran camino de luz a los ciegos. Tengo, por mis dolencia, incontinencia intestinal . No lo tomo como un castigo, acepto mi mierda, acepta tú la tuya.

Abraza la oscuridad y encontrarás la luz

Frase de la que declaro no ser el autor. ¿Por qué la hago mía trayéndola aquí? Porque me parece una frase, como se dice, lapidaria, de una rutundidad que no tendría que añadir más. Pero todo depende del contexto en el que se la aplique. Si, por ejemplo, encuentro que mi vida es oscura, podría ser que aceptándola con resignación, mi empeño, la suerte llegara a percibir una tenue luz que me reconfortara. Se entiende que cuando se parte de cero, cualquier avance por pequeño que sea, hará que una fuerza nueva te impulse a seguir. Mientras que si tu predisposición es conformarte con tu sino, esa luz permanecerá tan alejada que no la alcance la oscuridad y permanecerás sumido en ella. El título no sería tan preciso. Pero la frase-titulo de esta entrega no admite dudas; encontrás la luz. Lo que excluye cualquier otra eventualidad. Siendo así, en cualquier caso, la oscuridad podría, siempre, ser un trampolín que nos permitiría llegar a vislumbrar una luz inesperada, nos proporcionaría un ánimo, una esperanza, que minimizaría sus efectos. ¿Y cuál sería la suerte de vivir en la plena luz? Entiendo que cualquier disminucion en su intensidad nos acercaría al umbral de la sombra y, probalemente, nos crearía desasosiego. Entonces y concluyendo, ningún motivo para el desesepero si vives en al oscuridad, porque convives, también, en la esperanza, mientras que si vives en la plena luz, te acompañará el desasosiego que implica conservarla.

P.S. El autor de la feliz frase, la ha cagado con otra que acabo de escucharle: “Cuando no encuentres nada en la luz, búscala en la oscuridad”. Pues muy bien, tío.