Pues eso, que hoy es el día de San Valentin, y al decir de los enamorados, su patrón. Pobres enamorados que necesitan de un empuje para manifestar que se aman. Menos mal que sólo es un día al año y no no hay mal que cien años dure, porque no quiero imaginar que dos enamorados se tuviesen que intercambiar flores, libros, una cena romántica cada día, y qué digo cada día, cada vez que se encontraran en el salón, en el pasillo, en la cocina de la casa. «Amor, toma esto en prueba de mi amor». «Y tú, mi cielo, toma esto en prueba del mío». Y luego se besaran, con mayor o menor pasión. Qué dependencia, señor! Y sin mencionar la noche, en la que ambos estarían obligados a cumplir.
Vale, San Valentín es un santo que hizo cosas para ser santo, y aunque han pasado muchos años para tenerlo como el patrón de los enamorados que necesitan, por lo menos una vez al año para renovar sus votos, ya las firmas comerciales se encargan de recordárselo. En ocasiones, a algún despistado como yo, le llega un correo con un «Hoy es San Valentín, José…», y yo dejo todo para ir a comprarle un huesecito a mi perrita Lola, a la que amo. No soy tan escéptico como parezco.
Iba a terminar ahí, que al releerlo por si faltara alguna coma, recordé a los que un día como hoy el amor es un recordar amargo. Y para ellos este poemilla mío que no dice nada y lo dice todo, según para quien lo lea.
Golondrina,
¿Dónde has estado?
¿Qué otros nidos visitado?
¿Qué otros cantos escuchado?
Dejaste mi corazón enamorado,
¿Lo sabías?
(JDD. 2000)
Pues nada, San Valentín proveerá.