La ciencia nos sorprende con nuevos hallazgos que habitan entre nosotros. Los muy pequeños los ignoramos, no existen en un mundo donde lo real pasa por lo perceptible. Todos están en unas dimensiones que pordemos calibrar, en ocasiones nos valemos de instrumentos que nos acercan la imagen. Es, entonces, cuando los catalogamos y nos sorprenden algunas de sus características . Pero muchos otros conviven con nostros y son tan cotidianos que no necesitamos mayores precisiones.
Una foto de un diario me ha sobrecogido. Hasta ahora las veía como unos bichitos inteligentes, laboriosos, comunitarios bajo una ferrea disciplina. Tiempo atrás hablé sobre ellas. No podía pensar que, en otra dimensión, podían causarme pavor. Mientras mantuviesen el que podía medir con mi vista, nada podía temer. Ahora no podré sino mirarlas con aprensión, como si de repente dieran un salto cuántico y se redimensionaran a tamaño perceptible por la vista y mis sentidos, en todos sus aspectos más terroríficos. Me pregunto qué sentido tiene que la naturaleza haya creado monstruos para asustar a las belllas criaturas. ¿Yo para ellos esoy un monstruo?
Nikon ha crado un concurso de microfotografía. Una de las fotos selecionadas es la que copio y pego aquí, esperando que otro susto no me lo den los que tienen el derecho de imagen. Juzgad el despropósito de la vida cuando quiso que convivieramos con seres que están qahi, acultos a nuestros miedos, mientras, en ocasiones, los consideramos adorables.
No voy a abusar más de de vuestra curiosidad e impaciencia. En la foto, obviamente muy aumentada, se nos muestra el rostro de una hormiga, una hormiga que en su pequeño mundo debe causar terror a los de su dimensión, pero que hasta hoy, confieso que yo las observaba con admiración y, aunque a veces molestas, procuraba eliminarlas de mi ambiente desplazandolas lejos, nunca eliminándolas. Voy a reconsiderarlo.