Mujer contra mujer

4:39 PM. Es  Mayo de 2018. Acabo de recuperarme del sopor de mi pequeña siesta. Es una mala costumbre. Estoy seguro que parte de mi sobrepeso se debe al hecho de acostarme inmediatamente después de comer. Pero lo tomo como si fuese una necesidad vital; lo cierto es que esta siesta me permite luego dormir menos, trasnochar,  despertarme a media noche, vivir algo más cada día, aunque acorte mi vida contada en años. Enseguida tomo un café y enciendo un cigarro. Debe ser también una necesidad inevitable; estoy seguro que me da sosiego, desentumece mi cerebro aún somnoliento y me hace sentir que estoy listo para emprender mi aventura diaria de escribir; y aunque quizá esta costumbre acorte mi vida contada en años, vivo más intensamente el día a día.

5: 03 PM. Después de visitar el baño, me siento frente al ordenador, lo enciendo, espero ojeando el desorden de mi escritorio y, estando listo, conecto con Internet… 

Algo extraño sucede… Del modem salen unos sonidos débiles semejantes a una conversación … Parece una interferencia… Recuerdo que mi modem tiene una ruleta para aumentar el volumen y la giro al máximo… Los sonidos son ahora palabras perfectamente inteligibles; es una conversación entre dos mujeres. No espero nada interesante, pero escucho atentamente… Se quejan, parece, cada una de sus propias desgracias… No, no son exactamente desgracias, sino sus circunstancias familiares respectivas… Ah, sí, tampoco son estrictamente familiares, sino en relación con sus maridos, creo… Vaya, es algo más ambiguo: no son sus maridos, sino los hombres… Bueno, no sé si son sus maridos o los hombres en general. Ambas dicen que no soportan más la situación de… vasallaje  a las que se ven sometidas, a su insensibilidad, a su egoísmo… a ser utilizadas sexualmente de forma caprichosa… Un momento. Parece que están tomando una decisión importante… La mujer A pregunta si la mujer B está dispuesta… «Sí, absolutamente dispuesta», le contesta la mujer B…» ¿Y tú?», pregunta ahora la mujer B… «Totalmente», le responde la mujer A y añade: «Debemos hacerlo esta noche, ¿estás de verdad dispuesta?»… ¿Qué pasa, por qué se calla? La mujer B no responde… «¿Necesitas pensarlo? Ya lo habíamos hablado y no encontrabas otra alternativa, lo mismo que yo. Ha de ser hoy por muchas razones. Si le damos vueltas al coco, seguramente nunca lo haremos». Es la mujer A la que parece instarle a que se defina… Silencio… Ya, ya parece que va a hablar la mujer B… «Tengo algo de miedo, lo confieso, pero estoy decidida, sí, decidida, lo haremos. Debes aceptar  que yo soy más débil que tú y…» La mujer A no la deja terminar, ella habla ahora… «Te entiendo. Lo importante es que no tengas reserva moral sobre lo que vas a hacer, que tengas claro que es lo único que puedes hacer y que has elegido hacerlo conmigo y con nadie más».  la voz de la mujer A suena firme, sin dar tregua al pensamiento de la mujer B… «No lo discutamos más, ¿en el Viaducto?», pregunta la mujer B.  «¿Sí, en el Viaducto, esta noche, justo a las doce…» dice, casi ordenando, la mujer A… Han cortado, o ya no se oye más…

5:40 PM ¿Qué es esto? El Viaducto… Allí se suicida la gente… ¿Han decidido suicidarse juntas? Los motivos no parecen determinantes para algo así… No escuché la conversación previa. Quizá sus situaciones son auténticamente desesperadas… ¡Joder, qué buena historia! ¿Qué puedo hacer? Debo llamar a la policía,  poner este asunto en su conocimiento y que tomen medidas para evitarlo… Un poco de terapia en un psiquiatra y estas tipas quedan como nuevas… Sí, pero yo mismo me jodo la historia… ¿Quién soy yo para interferir en sus decisiones? No las conozco, me tienen sin puto cuidado. Si quieren suicidarse para no verse folladas por la vida, llámese esta hombres, que lo hagan en buena hora. ¡Putamadre, yo soy un hombre y me incluyo en sus calificaciones! ¡Qué se vayan al diablo! Pero… esto no me lo pierdo… el final de esta historia. Esta noche iré al Viaducto y me apostaré en algún lugar que me permita observarlas. ¡Guauu! Ya tengo tema para escribir algo impactante. Le meteré de mi cosecha mucho morbo, mucha miseria, mucho encabronamiento para que resulte verosímil. ¡Hoy es mi día!

11:55 PM. Llevo aquí media hora y aún no han aparecido. Domino desde aquí todo el puente, así que estoy seguro de que no han venido… ¿Habrán cambiado de parecer? ¡Jodidas mujeres, siempre imprevisibles! Es igual, yo os «suicidaré» en mi historia; después de todo, es un final digno, si uno no puede más… Pero éstas son unas flojas; hay tías que aguantan hasta el tormento y no toman una decisión así… ¡Ah! Ese coche… ¿serán ellas?… Se ha parado… De él, por lados opuestos, salen… dos mujeres… jóvenes… ¡Vaya cuerpos! ¡Mierda!, ¿no podría yo hacerlas felices? Como para presentarse ahora frente a ellas y disuadirlas; son capaces de tirarme al vacío a mí primero… Un interés añadido para mi historia… dos tías buenísimas que se suicidan en la flor de la vida, y por culpa de los hombres… Atento, se dirigen a la barandilla… No oigo desde aquí… Se enseñan cada una una mano… ¿Qué?… ¡No puedo ver… Parece  que se extraen del dedo un anillo! Lo que hayan sacado, se lo muestran una frente a la otra… Es pequeño y no distingo… Se vuelven hacia la barandilla… Se acercan… ¿Lo tiran al vacío? ¿Por qué? ¿Y ahora?… Se vuelven, se toman de las manos… aproximan sus cuerpos… ¡Se besan… y apasionadamente!… Vuelven al coche… Se van…

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