A vosotras

Hoy quiero hablar de vosotras, fieles compañeras de este adusto y frío castellano, poco proclive a dispensar calidez a quienes me soportan, en ocasiones hasta con vuestra comprensión, quizá porque sabéis que os necesito tal como soy, aunque nada haga por merecerla.

Son muchos años sin tener en cuenta mi falta de empatía para con vosotras, de forma individual con cada una. Cierto que os tengo por amigas, pero dudo que sea ese vuestro sentimiento para conmigo, pues tengo un concepto muy relativo de la amistad. No sé, a estas alturas de la vida de cada uno de nosotros, creo que disponemos de un itinerario común de aficiones y de interlocuciones. Somos como caminantes que no nos sentimos solos porque al lado alguien camina a nuestro lado y que podemos llegar a la meta agarrados de la mano. Lo más probable, sin embargo, es que, como decia en un post anterior, nos vayamos perdiendo, o si preferís alejando,  uno de los otros o todos a la vez, y al final lleguemos a la meta inevitablemente solos.

Pero es bueno vivir el día a día si tenemos en cuenta que ninguno de nosotros tenemos planes de futuro. Alguien ha dicho que el futuro no existe. Yo añado que existe el pasado, y el pasado está plagado de encuentros, aunque no en todos nos hemos mirado de frente. Comprensible, si la condición humana no permite compartir otras compañías. Sea como sea, nuestra relación es la mejor de las posibles, y si la mantenemos y cuidamos, ese futuro desconocido no se nos presentará individualmente como un desolador final.

Cada una de vosotras entenderá mis palabras de diferente forma, pero el común denominador será que, hoy por hoy, todas sois mis compañeras, aunque quizá eso os parezca poco.

José

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