El mar, un río, agua que se abre paso entre dos puertas imposibles. De este lado el reflejo del cielo, del otro lado el cielo. Yo estoy atrás, donde no se me ve, en plena oscuridad. En un barco, nadando en la única dirección posible. Tengo que llegar al vértice que forman los oscuros muros que se interponen. Tengo que aprovechar que no cierran por completo mi esperanza. Me fallan las fuerzas pero no el deseo. Si es mi destino, tendré que comprobarlo, no puedo permitirme leerlo en mi carta astral, no puedo, ahora que veo abierto el resquicio, cuando todo permanecía cerrado hasta ahora. Un poco de paciencia reforzada por la ansiedad y llegaré a ver todo el cielo que está al otro lado. ¿Sólo ver? ¿No seré yo parte del él? Si no fuese así, querría regresar al punto de partida. Es mejor soñar que vivir la realidad, si la realidad que te contaban no existe.
José. No desesperes. Lo que está escrito en el libro de la vida se cumplirá a su término. Algún día estaremos juntos en «El más allá».