Líbreme Dios de ponerme grandilocuente, sabio, en definitiva pedante en este escrito que ya resultará sospechoso a mis lectores al leer el título. Como he dicho en otra ocasión, los títulos los utilizo para llamar la atención de lectores con pocas ganas de curiosear sobre lo que escribo. Sin duda Entropía es una palabra que no por desconocida para el gran público, deja de tener su importancia. Hay miles de artículos en Internet que desarrollan su significado, alcance y la realidad de su existencia. Cualquiera que tenga curiosidad se verá ampliamente satisfecho de la información que unos y otros suministran para alcanzar a comprender de qué trata la palabreja, que se refiere al desorden que todo en el Universo se produce, y es la información, sólo la información, sin pruebas, la que nos pone al corriente del fenómeno.
Pero si todo es información, incluidas las contradicciones, me quedo con una definición de un tal Claude E. Shannon que la define la entropía de la información así: «mide la incertidumbre de una fuente de información».
O sea, que si yo he entendido bien, que probablemente no, cuando escribimos, el nivel de entropía es proporcional al desorden con el que nos expresamos. A más desorden, mayor es la incertidumbre que creamos en el el lector cuando quiere comprender lo que queremos decirle. De lo posible a lo probable, el lector consume al elegir una cantidad de energía, que malgasta, contribuyendo con su incertidumbre a aumentar la entropía del Universo y, en consecuencia, su desorden. Diréis que es imperceptible, tan pequeña que no altera el orden del Universo, pero tomar en cuenta que toda actividad, desde la atómica hasta la galáctica, por poner dos extremos, y no quiero mencionar la mecánica cuántica, utiliza energía que convierte en trabajo. En ese proceso aquello que tenía una configuración X, se modifica y se convierte en Y, y ese desorden es el que mide la entropía.
Pero no es mi propósito, digo, competir con los sabios y los enterados en profundidad sobre la materia. Termino aceptando que en todo lo que he escrito, escribo y escribiré, si con ello creo en mis lectores algún tipo de incertidumbre, sin duda estoy participando en el desorden del Universo. De no ser así, poco importa, el desorden está servido, aunque los creacionistas lo niegan, sin darse cuenta que sus manifestaciones también contribuyen a crear incertidumbre y, por tanto, entropía.