De la muerte no es el final, o sí

Falleció en silencio, agotando todos sus recursos vitales. Un colapso general orgánico, dijeron los médicos una vez comprobado el encefalograma plano. Lo taparon con una sábana y en la misma cama se lo llevaron al depósito de cadáveres.

Pero la muerte sólo era aparente. De siempre creyó que la muerte que todos llamaban muerte, no era el final. Y en esas estaba. Había muerto oficialmente, según el protocolo establecido para dar por muerto a un ser humano. Nadie pudo imaginar que aquel cadáver estuviese emprendiendo un viaje a otra vida. Algunos podían asegurarlo, otros dudarlo, los más negarlo.

¿De dónde, cómo pudo confirmar que aquello que él estaba seguro sucedería, ahora era una realidad? La realidad sólo se constata con los sentidos y los suyos habían dejado de funcionar. ¿Es que en su cuerpo había algo más que materia, que no había participado de la muerte orgánica de la que hablaban los médicos? ¿ Y qué percepción podía tener ese algo inmaterial de una vida diferente? ¿Qué cuerpo, qué sentidos le permitían ser consciente de su nueva vida? ¿Algo de este mundo que había dejado volvía a estar presente, con sus gozos y sus sus sombras? ¿Existía en esa nueva vida la capacidad de enamorarse y ser amado? ¿Los manjares serían físicos o no tendría necesidad de alimentarse o saciar su sed? ¿Qué en su nueva existencia le complacería hasta sentir el gozo que algunas cosas de la vida dejada le había proporcionado? ¿Cómo sería el lugar, su nueva morada, habría flores cada primavera? Y todos los que como él habían transitado de la vida a ésta nueva, ¿se encontrarían para formar amistades, organizarse para crear un orden que les impusiera algún líder? Cierto que el Universo es casi infinito y podrían vagar por él sin encontrar obstáculos, pero sería eso lo que se esperaba de la nueva vida? El muerto, que no estaba muerto, no llegó a comprobar que algo inmaterial había abandonado su cuerpo. Si sucedió como siempre había creído, es pura conjetura que nos hacemos mientras estamos vivos, y si hemos acertado o no, tendremos que morir, así que nadie vivo se atreva a afirmar que la muerte no es el final. Pueden, eso sí, seguir creyéndolo.

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