Esta palabra tiene un significado claro, preciso. La RAE la define como 1. Lugar a donde va dirigido algo o alguien y 2. Uso o función que se da o se piensa dar a una cosa. Luego a esa palabra raíz, le han salido primos: sino, hado, fortuna, suerte, estrella, ventura, fin, finalidad, aplicación, empleo, puesto, plaza, colocación, ocupación (he copiado las que me ofrece el diccionario). Pero si entramos en Internet, la palabra destino se define con alusiones a lo sobrenatural e inevitable. Y vemos que estas referencias en ningún caso tienen nada que ver con las que dejo apuntadas más arriba. Y son ganas de marear la perdiz. El principio de casualidad se desprecia y ya todo parece estar predestinado a suceder como hecho causal, y lo quieras o no, a eso lo llaman destino. Bobadas como que nuestro destino está escrito en algún lugar que desconocemos o atribuido a un ente superior, llámese como las religiones lo quieran llamar, los filósofos y cualquiera que tenga una ocurrencia. Todo lo que incluye la expresión exotérico es limitar la libertad o libre albedrío a una fatua decisión en la que no participamos. Morir es un destino, eso todo el mundo lo sabe, pero no todo el mundo lo acepta. Porque para estos el destino está más allá de un límite de sucesos. Bueno, ellos quizá lo sepan cuando mueran, pero, mientras tanto y si nadie lo explica de forma convincente, el destino es lo que es: una causa emparejada a la casualidad. Es aceptable que el ser humano, los animales, cualquier ser vivo procura que el destino no sea una desgraciado suceso, y a ello ponen todo su empeño, pero más allá de eso, el suceso se producirá o no.