Mi niña Lola

Canta BuikaDime por qué tienes carita de pena… MI niña Lola no tiene carita de pena, mi niña es feliz, ¿por qué habría de tener carita de pena? Qué tiene mi niña siendo santa y buena. Bueno, santa y buena, según se mire, me disgusta cuando mata pajaritos que se caen del nido, también ratoncillos y lagartijas; mi niña Lola no debe hacer eso. Cuéntale a tu padre lo que a ti te pasa. No, no soy tu padre, soy tu abuelo, tú padre, vete tú a saber, algún golfo con pedigrí. Dime lo que tienes reina de mi casa. Aquí sí Buika dice verdad, que eres la reina de la casa no hay más que verte en la foto; ¿las reinas llevan corona cuando duermen? Miraré en Google, y si alguna reina se acostaba con la corona puesta, yo te compraré una coronita, faltaría más.Tu madre, la pobre, no se donde está. Tu madre, mi hija, está pero no está contigo, yo soy el que te da mimos, te acuesta en mi cama, te doy chuches, pero ella se enfada mucho y con razón, porque dice que estás gorda por mi culpa.

Buika sigue su canción «Mi niña Lola», pero lo que sigue debe ser para otra Lola, así que desisto de contradecirla.

Mi niña Lola, mi amor, yo sí querría preguntarte muchas cosas, otras las adivino, pero viéndote cuando duermes en mi cama, arropada por ti misma, con   la almohada donde poco antes yo reposaba mi cabeza y ahora tú descansas la tuya, las patitas abiertas (las superiores), seguro para dar más espacio a tu corazón, sueñas, ¿Qué sueñas, mi niña Lola? En ocasiones, un suspiro profundo me dice que, quizá, echas de menos a un joven y apuesto galán. Lo siento, pequeña, no entra en nuestros cálculos, tu familia, que tengas amores que no sean los nuestros, y si eso no te llena, lo sentimos, pero te vemos muy niña para esas cosas de mayores. Tú no te preocupes, que eso de la maternidad tiene sus riesgos, que de un esposo cabrón, podrías tener hijos cabroncetes, unos y otros te dejarían sola, utilizada y triste; que les den.

Duerme, voy a intentar por ahí que alguien me diga si sabe que sueñan las perritas como tú, aunque puede que no me sirva, porque tú, mi niña Lola, eres única.

Y ya me callo, me parece que estoy siendo un abuelo como esos que lloran cuando observan una flor. Tampoco es que me avergüence.

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