Resulta que siempre pensé que yo era un tipo único en el universo. Me refiero a que ser fiel era algo consustancial con mi ser. Sólo tuve una esposa, o si se quiere precisar una sola amante. Claro, que hay otras cosas en las que mantener una unívoca fidelidad es una estupidez. Me ha sucedido con mi fidelidad a la cantante Nia, fidelidad declarada en anteriores entradas en esta página.
Ayer veía la semifinal de Operación Triunfo. Mi Nia volvió a estar a la altura de todas mis espectativas; ya era finalista. Pero otra concursante, Anajú, iba a luchar por uno de los dos puestos que quedaban para la final. Confieso que ya en las primeras galas, a esta chica le había echado yo el ojito, pero sin llegar a entusiasmarme como ya Nía lo había hecho. No sé si porque Nia en esta semifinal cantaba un duo con un chico y ya enfrió lo que era una posesión única por mi parte, que la actuación de Anajú puso en peligro mi fidelidad estúpida y por un momento me volví el humano corriente con un corazón en el que caben muchas emociones sin entrar en contradicción. Anajú no cantó ni actuó, traspasó mi cuerpo como si se hubiese abierto al paso de una bandada de palomas. Pero aún con esta forma de poseerme, Nia volvio a hacer de mí el estúpido fiel que sólo lo es a una posesión y entrega. Anaju, eres maravillosa, pero, y lo siento, soy un estúpido, que sólo fui infiel por un instante.
Vaya lío eso de la fidelidad. vecino. Mucho más cuando se trata de amores tras la cortina de lo tangible, que en oca siones impactan más alla de la piel. ¿complicado? Si. Más no imposible.
Pero, para mi, valen más esos instantes de emoción, que un corazón baldío.
Con los años lo entendi : el amor no es entre cuerpos, es entre almas.