Pudo suceder, pero…

Había estado fuera de casa 15 días. Al irme, revisé que todas las ventanas estaban cerradas. Un barrido general a todas las pertenencias a la vista: una pintura valiosa, la caja fuerte. alguna antigüedad quizá con algún valor, dos ordenadores y poco más que precisara de mayor atención. Salí cerrando la puerta principal con dos vueltas a la llave. Miré para atrás con la duda de si valía la pena aquella ausencia voluntaria de mi mundo privado. Pero ya no podía desandar lo andado sin que hacerlo fuese un acto irresponsable; aquella ausencia respondía, sí, a mi voluntad, pero era obligada.

Ya lejos, la imagen de mi casa se fue diluyendo en pequeños flashes de cosas habituales en mi vida, que sólo en mi casa tenían lugar de forma recurrente, sin que ninguna fuera nueva o especial. No sentí que todo aquello que dejaba atrás valiera la pena, pero es que todo en mi vida apenas valía la pena.

Terminado el viaje, volví. Ya cerca de la casa me asaltó un presentimiento: que unos ocupas hubiesen tomado posesión de lo que, comúnmente, es el sancta sanctorum de cualquier persona de orden. Todo parecía normal, la puerta no presentaba señales de haber sido violada. Pero al introducir la llave en la cerradura, esa simple presión hizo que la puerta cediera. Recordé que la había cerrado con dos vueltas de llave. Sin duda la puerta había sido abierta. La empujé y , con temor mezclado con preocupación, penetré lentamente en el interior. El desorden era patente, alguien había entrado, ahora tenía que hacer una lista mental de los daños. Inútil, ya que, a excepción de cosas tiradas en el suelo, se habían llevado todo. Me dirigí al lugar donde estaba la caja fuerte, estaba abierta y vaciada; la habían forzado. Evalué lo que se habían llevado, y aproxime una cifra: entre dinero y joyas, alrededor de diez mil euros, sumado a todo lo demás. El seguro no lo cubriría al no haberlo declarado. Desolado, me senté en un sofá que debieron dejarlo por ser muy pesado. Si aquello era una señal que me invitaba a replantearme la vida, en aquel momento no vislumbré cómo habría de ser; a mi edad, sin ilusiones, sin comprender por qué a mí me había sucedido aquel desastre, sentí congoja. Para comenzar una nueva vida, era necesario que lo que quedaba de mi casa desapareciera. Inconsciente, de un armario del cuarto de baño cogí una botella de alcohol. Vertí el líquido sobre todo aquello que podía arder y le fui acercando la llama de un encendedor. Por un momento contemplé cómo las llamas progresaban. El humo comenzaba a ser irrespirable. Me senté en el sofá, cerré los ojos y esperé a que el humo hiciera el resto.

Me desperté, había sido un sueño, todo volvía a estar en su sitio, hasta mi vida seguía siendo la misma.

2 respuestas a «Pudo suceder, pero…»

  1. José, los sueños están unidos al subconsciente. Si solaste eso, debes analizar qué significa: Tienes miedo a perder tus propiedades, aquellos que e dan cobijo y comodidad, Pero, ¡por qué ese sueño? Piensa que te atormenta, y por qué ese temor. Yo sueño que me caso con un «viejito» al que debo cuidar, Entiendes mi temor. Antes de dormir piensa que vas a soñar cosas positivas y hermosas. Espero te de resultado. Abrabeso.

    1. La pereza me lleva a coger el pensamiento de los demás. Dijo Garcia Marquez: No es verdad que la gente pare de perseguir sus sueños porque sean mayores, se hacen mayores porque dejan de perseguir sus sueños.

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