Sueño, luego existo dos veces. Cuento

Que disponemos de dos vidas es evidente. De los sueños está ya dicho todo, y no voy a incidir en su descripción neurofisiológica, tampoco en la interpretación de los sueños en general y de alguno en particular, como éste que he tenido.

Esta pasada noche tuve un sueño, y antes de que lo olvide, lo voy a perpetuar en este blog para que lo interpreten mis lectores y las generaciones venideras. Porque es un sueño muy particular, diría que irrepetible en subconscientes ajenos al mío. Me gustaría tener una explicación, y a ello invito a quien se atreva.

Acostumbraba un hombre de la tercera edad a ir a la peluquería cada semana. Que le afeitaran, le quitaran los pelillos de las orejas y de la nariz y que le arreglaran el pelo, ya poco, de su cuero cabelludo. Cada dos semanas, que le arreglaran las uñas y que le aplicaran un masaje facial para, en lo posible, corregir las  arrugas.

Era un buen cliente, dejaba propina, pero era muy exigente. De dos peluqueros, un hombre y una mujer, pues la pelu era unisex, mi hombre siempre era tratado por el peluquero para cuestiones relacionadas con el pelo, y por la peluquera para arreglarle las uñas y darle el masaje facial.

El día de autos, el hombre entra en la peluquería y pregunta si están al día de un método novedoso para atender a los clientes de las peluquerías, que…

El peluquero le interrumpe diciendo: «sí, caballero, estamos al día en las técnicas más avanzadas, pero en aquí aún tenemos  que experimentar lo último en la técnica de alta peluquería»

«Pueden experimentar conmigo -dice el cliente-, soy un fan de la técnica que nos facilita la vida para mejor».

«De acuerdo. Le explicaré someramente en qué consiste, y si quiere que la utilicemos con usted, tendrá que firmarnos este protocolo de exención de responsabilidad por nuestra parte».

«Bien, ¿dónde hay que firmar? Se puede ahorrar explicármelo, adelante».

«Muy bien, pero debo decirle para qué hacemos cada paso, seguros de que nos preguntará».

«Pues empiece, que estoy en ascuas».

«Venga conmigo al servicio (excusado, toilette, baño, water), que por razones obvias  entenderá».

El cliente sigue al peluquero y los dos se pierden dentro del habitáculo para cuestiones íntimas.

«Bájese los pantalones»

«¿Para qué?»- pregunta el cliente.

» Sabía que lo preguntaría. Tengo que meterle este sensor por el culo. El sensor irá conectado vía wifi con un ordenador que programará el tipo de corte que nos indique. Se cubrirá su cabeza con un casco como los que se emplean para el secado del pelo, y en cuestión de un par de minutos se habrá realizado el corte con absoluta precisión».

«Parece muy grande ese sensor, ¿Me dolerá?»

«No se preocupe, va lubricado». Bueno, ahora que lo sabe, ponga el culo en pompa, como si fuese a recoger algo del suelo sin flexional las rodillas».

«¿De dónde viene este invento?»

«De la china, como casi todo lo novedoso»

El cliente hace lo que le indica el peluquero, y éste le introduce el sensor, de diez centímetros de largo por tres de diámetro, por el ano hasta quedar completamente sumergido en el recto. El cliente se queja al principio, pero luego parece que hasta le gusta, porque por todo comentario, dice: «estos chinos están en todo».

«Ahora salgamos a la sala para ponerle el casco y encender el ordenador, que programaremos según su deseo y comenzará a enviar órdenes al casco.

«Lo que no entiendo es cómo el sensor envía las órdenes al ordenador desde esa parte de mi anatomía».

«Muy sencillo, en el culo, perdón, en el recto, tenemos los terminales sensoriales más complejos. Usted piensa qué corte de pelo desea. El cerebro envía órdenes, y éste las transmite al ordenador. Una aplicación en el ordenador las programa y las envía al casco, que las ejecuta». Bueno, túmbese en la camilla de masaje, que por razones obvias sería molesto que se sentara.»

Y el sueño se interrumpe. Tengo un espasmo doloroso en mi ano. Lo primero que pienso es que esa segunda vida de los sueños te convierte en un ser inane   del que se puede esperar cualquier aberración, en este caso por culpa de los chinos que nos han comido el coco, cerebro para los que desconozcan la palabra.

De lo que releo de Freud y la interpretación de los sueños no sacó una conclusión que pueda adaptarla a este mi caso. Dice Freud que «los sueños son una realización alucinatoria de deseos y por consecuencia, una vía privilegiada de acceso al inconsciente, mediante el empleo del método interpretativo fundado en la asociación libre de los símbolos más importantes del sueño».  (Wikipedia). En todo caso mi deseo sólo pasaría por ser un fan de la técnica, aunque me quede la duda por qué mi inconsciente eligió mi culo.

Sí, algo tendrá que ver con mi reciente operación de colon, detalle que os facilito para vuestra interpretación.

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