«Que toda la vida es sueño, y los sueños sueños son» . (Calderón) A veces no identifico sueños y realidad. Que tenga a mi hijo cruzando el Atlántico o que lo tenga en casa, a mi lado, forma parte de esa nebulosa en la que parezco flotar. Que no tenga amigos y los tenga de probada fidelidad, me causa inquietud permanente. Que ame profundamente e igual sea amado o me vea rodeado de desamor, hace que esté en la ansiedad por alcanzar el sosiego. Que escriba para los demás o sólo para mí, me deja vacío de objetivos. Porque yo puedo escribir y describir un sueño, en un sentido u otro, pero nunca consigo hacerlo realidad. Yo quisiera que las cosas fueran como son y no como quiero que sean. Si las cosas fueran como son, me aferraría a ellas y las encontraría, al menos, consistentes. Pero no es el caso. Si las cosas son como yo quiero que sean, necesariamente debo pensar en los sueños permanentes, y es, entonces, cuando todo me parece bailar alrededor de mí, y hasta siento que se burlan de mí cuando intento atraparlas. Y si esto es la vida, si todo está en el dominio de los sueños, ¿existirá algún medio por el que pudiera despertar? Y una vez despierto, ¿qué realidad me encontraría esperándo?