Yo

Hoy me pongo delante de la pantalla, con una entrada nueva en mi página, y me quedo mirando el blanco impoluto de la misma. Sólo arriba del todo, «Añadir título», me invita a dar nombre a lo que voy a escribir. En ocasiones es lo primero que escribo, sólo cuando lo tengo claro. En otras, el título lo dejo para el final, en concordancia con lo que he escrito. En esta ocasión no tengo un motivo que dé nombre a lo que voy a escribir. En realidad ni siquiera sé si escribiré algo. Podría inventarme una historia, un poema, describir un suceso, plantear una tesis, dejar que fluya un tren de palabras, más o menos conexas, que terminen diciendo algo.

Hasta aquí, lo anterior lo he escrito de corrido, pero al llegar al punto, me he quedado en blanco, no sé cómo seguir, salvo esta explicación en forma de excusa. Mientras le doy vueltas y vueltas a mis neuronas, sigo aporreando el teclado. Sigo sin decir nada que valga la pena, creo que debería dejarlo para otra ocasión. ¿Y qué hago con esto que ya he escrito, lo borro? Lo releo, me parece que, sin decir nada, es una forma de decir que no siempre la inspiración viene en mi auxilio. Podría declarar que siento una gran frustración por ser tan anodino que a nadie va a interesar esta entrada si terminan leyéndola, quizá ni siquiera inicien su lectura.

Lo anterior ha permanecido en la carpeta de borrador varias horas. Fuera del ordenador he seguido obsesionado con algo que nunca me había sucedido: con el título en blanco. He barajado varios, todos igual de vacíos de contenido, muy acordes con el escrito. Cualquiera hubiese valido para salir del paso, pero ¿y si pongo un título que por sí mismo haga valioso el texto al que lo aplico? Descarto un sin fin de ellos que me vienen a la cabeza, todos convierten en más malo el texto al que los aplico.

Estaba dispuesto a pasar de algo que carecía de importancia literaria, cuando me pareció encontrar ese título que por sí sólo habría merecido la pena iniciar esta entrada. Lo escribí en su espacio, lo releí en voz alta, y seguí leyendo todo lo que había escrito. Quizá nadie esté de acuerdo conmigo, si digo que hoy he escrito una de mis mejores creaciones. Y todo por un título afortunado. Sí, un título que comprendía todo mi afán por escribir. Ya no importa nada de lo que he escrito, este título sirve para dejar clara y meridiana una cosa: Yo.

2 respuestas a «Yo»

  1. Es bueno. Hasta puede resultar interactivo, si cada lector agregase al calce una frase como : » José, tú eres …….»
    José, tú eres el hombre de la roulotte
    José, tú eres el loco de la colina

    ( me acordé de Jesús. Quintero)

  2. José. Tú eres un guerrero, no como el Quijote que luchaba con los molinos de viento, no, tú luchas con tu mente lúcida y con las letras que a veces se te esconden. Te admiro, yo dejé de luchar y ahora estoy achacosa, y las letras ya no me quieren.
    Sigue adelante, siempre adelante, tu ejemplo anima a muchos.

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