Y el teatro sin público

Juan llega a casa y su mujer, después de un beso fugaz, le pregunta: «¿Cómo te ha ido, Juan?. Juan no responde, se va directo al dormitorio a quitarse el mono de trabajo, los zapatos , entra en el baño y se mete en la ducha. La mujer de Juan, que ha advertido un comportamiento extraño en su esposo, le sigue despacio. Juan ya está en la ducha. Desde el quicio de la puerta y apoyada en un lateral, insiste; «Juan, ¿pasa algo?» Juan ya no tiene excusa para tanto silencio y responde mientras se enjabona; «Pasa que han cerrado la fábrica , todos a casa, por el virus ese» . La mujer, inquieta, vuelve a preguntar: «Pero, cómo, ¿despedidos?» El marido le responde:» De momento hablan de un ERTE, que es es una medida de flexibilización laboral que habilita a la empresa para reducir o suspender los contratos de trabajo. Temporalmente, nos han dicho». La mujer, más inquieta aún, pregunta: «¿Y quién te va a pagara ahora?» Juan ya ha cortado el agua y sale del plato de la ducha, coge una toalla y comienza a secarse. La mujer insiste: «¿Te pagarán igual que si trabajaras». Juan responde; «No lo sé, dicen que lo hará el Gobierno». La esposa ya ha dejado de apoyarse sobre el marco y se sienta en la taza del water, la tapa previamente bajada. Tarda en continuar con el diálogo, el esposo también sigue callado mientras se pone un pijama. Súbitamente, como por resorte, la esposa se levanta y se dirige a la salida del cuarto de baño. Juan la sigue y se dirige al salón. Se sienta , coge el mando de la tele y busca algo que le distraiga. La esposa ha desaparecido.

Han pasado tres meses de lo que llaman confinamiento. De un día a otro se anuncia que el Gobierno va a comenzar a hacerse cargo de los ERTE, los afectados podrán cobrar. No hay fecha para que esa anomalía se acabe y vuelva la normalidad.

En la casa de Juan una tragedia es el cuadro que presenta aquel teatro sin público, sin libreto. sin causa ni efecto. La esposa de Juan yace en el suelo, la yugular seccionada y un charco de sangre cuajada. Juan, en la cama, en una postura forzada, yace sin vida. Sobre la mesilla un vaso vacío y una caja de pastillas vacía.

Nunca se sabrá cómo se desarrollaron las escenas que concluyeron con la trágica bajada del telón. Las autoridades lo definieron como violencia de género. Juan la mató y luego se suicidó, según concluyó el forense. La función no dio más de sí.

Yo puedo imaginar muchas cosas, pero todas son impublicables. Seria miserable por mi parte que aprovechara algo así para lucirme como escritor, al no poder relatar los hechos ciertos que sucedieron en el interior de aquella vivienda.

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