Porque sí, Nia, ya te veo como un halo que lo rodea todo con sutil caricia. Yo, que apenas me entusiasmo con nada de este mundo, contigo siento, no sé si mi cuerpo o mi alma, que aún debo estar vivo, capaz de sentir el escalofrío cuando, inesperadamente, se encuentra con algo que pareciera sobrenatural. Anoche, en la gala 11, en la que trasnoché por ti, lo volviste a hacer: no cantas, no bailas, no expresas, eres ese halo en el que quedo envuelto, flotando en él, gustosamente atrapado, pensando que el universo ha creado una estrella sólo para mí.
Y pensaré que eres mía
Un regalo para este viejo
Que vive por ti, Nia
Tal vez sea el halo o no; quizá pueda ser la fantasía cultivada desde hace muchos años, no estrictamente sexual; que añade luz al oscuro puente que gustan/gustaban deambular tú y tus letras. Llámale Nia hoy. En realidad la fantasía es incorpòrea, no tiene nombre.
Desde algún punto del espacio, R.