Dejó la moto en un claro al lado de la carretera, se quitó el casco y se a dentro en el pinar. Se había propuesto repasar su vida y encontrar respuestas a las razones que podían haber condicionado su presente. Aquel hombre no acababa de ver por qué arrastraba las consecuencias de sus actos sucedidos mucho tiempo atrás. Ya no era el hombre que había sido, nada de lo que había hecho, ahora no lo repetiría, pero de forma recurrente, todo le parecía que le venía a pedir cuentas. Iba ensimismado en sus pensamientos, que no advirtió que una piedra de gran tamaño se interponía en su camino. Cuando se sobrepuso al desequilibrio que le causó el tropiezo, la miró, y como si fuera a comprenderle, le dijo: «has interrumpido mis pensamientos. Estaba viviendo mi pasado y tú me has devuelto al presente». La piedra, que había permanecido quieta después de un pequeño desplazamiento a consecuencia del golpe, pareció que tomaba un color negruzco, que no paso inadvertido por el hombre. «Sí —dijo el hombre—, me recuerdas mi pasado, es así de negro que lo veo». En esa observación y reflexión estaba, cuando la piedra comenzó a aclararse. El hombre estaba bajo la sugestión de lo que estaba viendo y no podía ahora comprender por qué la piedra cambiaba de color. Algo parecía querer decirle, pero no tenía intuición suficiente para interpretar aquel fenómeno. Absorto en intentar comprender si la piedra quería enviarle un mensaje, permaneció largo tiempo observándola. La piedra permanecía silenciosa y ya sin cambiar de color. Al fin le pareció que la piedra le hablaba. Probablemente sólo era el efecto de la hipnosis que le había causado tan extraño fenómeno. Quizá, nunca la piedra fue negra, y todo se debía a su ánimo casi enfermizo por rememorar constantemente el pasado, al que le atribuía sus pesares presentes. Escuchó atento y pudo oír lo que la piedra le decía: «¿Por qué crees que has tropezado conmigo? Estabas tan dentro de tu pasado, que no advertiste que yo era el presente que se fue aclarando para ti. Ahora es decisión tuya iniciar una nueva vida no condicionada por el pasado, si no lo haces, otras muchas piedras negras te encontrarás en el camino, y alguna de ellas no te dará la oportunidad que yo te estoy dando; tu vida futura será tan negra como tu pasado. Y ya no te digo más, porque personas como tú se han tropezado en muchas ocasiones conmigo y a todas les dije lo mismo. Lo que no puedo asegurar si al final fueron inteligentes o idiotas.
El hombre abandonó el lugar en dirección a la moto. Se subió sin ponerse el casco, y emprendió el regreso a casa. En una curva de la carretera se abrió demasiado al sentido contrario y fue a chocar con un coche que venía en dirección opuesta. El golpe fue mortal. Pasado, presente y futuro dejaron de tener sentido. Y no hubo nadie dispuesto a contarlo.