ay, joven jose

¡Ay, niño José!
Crecerás entre algodones reciclados en el agua clara del arroyo
Tus manos ateridas se calentarán a la llama de un candil de aceite usado
Verás las golosinas, los juguetes, a través de los cristales
Comprobarás que tu estómago no tiene fondo
Surgirá el sexo de tu cuerpo como una fuente artesiana de colores
Llenarán tus sueños de miedos y pecados, y más miedos
Se aprovecharán de tu inocencia para redimirte
¡ Ay, joven José!
Te vestirán del revés de otras ropas usadas
Presumirás de todo sin tener nada
Te sacudirás el Cielo y el Infierno como quién se sacude el polvo
Comenzarás a dudar que tus ojos ven lo que ven
Amarás a la fuerza de tu deseo onírico
Querrás conquistar desde tu posición de vencido
Seguirás sin saber si tu estómago tiene fondo
Caminarás sin rumbo a la meta soñada y regresarás despierto al principio.
¡ Ay, José ya hombre!
Aceptarás que ser comienza por aceptar no ser y seguirás no siendo
Trabajarás para romper todos los maleficios
Fruto de tu trabajo, tendrás el fruto del amor
Dejarás para siempre de trabajar
Verás pasar los días contando los amaneceres que quedan
Hurgarás en tu mente los motivos de tu escepticismo
Verás señuelos que ocultan trampas
No caerás en la tentación, te librarás del mal
¡ Ay, viejo José!
Tu vida se apagará sin dejar deudas
Tu muerte, al menos, no se cobrará una cruel factura, porque nada de ti quedará para cobrarse.
Habrás caminado por la vida por la fuerza del destino, sin dejarte ni un instante contemplarla.
Cuando las estrellas, el sol, la luna no formen más el techo ornamentado de tu vida; cuando ya no queden sino sombras, deberías decir adiós sin rencor, porque tampoco sabrías a quien culpar.