Desde dentro, (recuperado)

LIBRO

En mi polvorienta biblioteca se acumulan libros que parecen protuberancias muertas; ahogan el exiguo espacio del lugar donde tengo los únicos sueños: el lugar donde escribo . Se abrigan unos a otros como se dan calor los semovientes bajo el rigor de un cielo de invierno. ¿Qué se dirán entre ellos, en voz queda, para que yo no les oiga? Me estarán reprochando el abandono en el que los tengo. Ellos fueron creados para estar entre las manos amorosas de los hombres, ingrávidos en sus manos, para ser escrutadas sus intimidades con  ojos ávidos; para ser aventadas sus hojas y que respiraran el aliento de satisfacción que producen el leer sus contenidos… Te he  tomado a ti, al azar, con la prevención que me produce tu título: RIMAS, POR GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER. Antes de abrirte, a punto he estado de volverte a colocar en tu nicho; ya no es mi tiempo para el romanticismo; ¿fue Bécquer un lírico?. No lo he hecho, y con cierta desgana, observo al tacto tu antigüedad; eres muy antiguo, una edición probablemente anterior a mí. ¿Cómo habrás sobrevivido al tiempo, sobre todo a un tiempo como el mío, de acá para allá, nunca enraizado en ninguna parte? Acrecientas mi interés y supongo eres feliz, después de tanto tiempo ignorado. Curioso, busco tu fecha de nacimiento: 1936; celebración de la Fiesta del Libro; edición numerada, ejemplar nº 2139, conmemorativa del primer centenario del excelso. ¿Y esto? Escrito a pluma, aparece un verso incrustado entre las rimas del poeta, como a su abrigo. Lo firma JDD y lo data: 1956. Sin duda es mío, y dice así:

Rimas simples
Rimas hermosas
Son tus notas
La canción
Que al alma anega
Cuando el suspiro
Triste por romántico
Rompe el estuche
Del corazón.
Era la noche
Y en su negrura
Se oyó un suspiro
Se oyó un sollozo
Y entre el dolor
Se oyó la risa
Se oyó la mofa
De la pasión
Que se burlaba
Que se reía
De tan puro amor.

Y te cierro, viejo libro, y te aprieto sobre mi pecho. Bécquer, viejo amigo, de mi lejana juventud, tú me has traído, sin duda, este recuerdo hermoso, un recuerdo de algo tan olvidado, como olvidado te tenía a ti: la edad en la que yo sentía como tú. Y tú, debes haberlo puesto en mis manos,  para que yo también  tenga mi celebración, la celebración de un lejano y hermoso pasado.
(JDD 2002)

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