Se dice de alguién que es un cabrón cuando éste se comporta de forma prepotente, perversa, que hace malas pasadas a alguién. También, dependiendo del lugar de habla castellana, se puede referir a aquel que es habil y sagaz. Por supuesto, y de forma general, al esposo cornudo.
Dr. House es una serie de Netflix, y el dorctor que le da nombre a la serie es un cabrón. Pero no se podría definir con ninguna de las acepciones enumeradas anteriormente. Quizá con todas y alguna más. Para el Doctor House habría que crear una nueva definición, y yo me atrevo a que ésta es paradigma.
Paradigma es ser modelo de algo sin particularizar en nada concreto. El paradigma del cabrón sería el caso de alguien que nunca se muestra amable con los demás, que nunca respeta su autoestima, que siempre impone su criterio, que lleva a extremos insuperables su desprecio por los demás; él se considera único, incuestionable.
¿Y cómo un doctor podría ser el paradigma del cabrón?
El doctor House es un genio, y todos los que están en contacto con él sienten que a los genios se les puede permitir sus crueles destemplazas, sus inmoderadas ironías.
El Doctor House tiene un equipo médico en el hospital donde ejerce. La función de ese equipo es diagnosticar la enfermedad que tienen los pacientes y proponer soluciones para curarlos. El lenguaje médico, profuso en extremo, es otro idioma, por más que se haya doblado, y muy bien, al castellano no latino. No importa, cada capítulo es un caso que, generalmente, se resuelve al final. No es exclusivamente médico, cada enfermo o enferma es una historia de matices humanos. Y el doctor cabrón es una constante en cada historia.
Y en ese ambiente, el Doctor House se distingue en dos aspectos: actua como un genio y se comporta como un cabrón máximo; el paradigma del cabrón.
Claro está que podría ser un genio y no necesitar ser un cabrón de su nivel. Podría ser un genio y un poco cabrón. Pero los creadores de la serie no pensaron en un serie de medicos y enfermos, pensaron que el personaje cabronísimo tendría más garra, que encantaría a la audiencia. Y lo consiguieron.
Y en esas estamos. La serie es un éxito. A los humanos nos encantan los paradigmas. Si somos algo cabrones, quisiéramos parecernos al doctor House y alcanzar su excelencia. Pero no quiséramos ser sólo muy cabrones, también quiséramos ser unos genios como él para que nos soportaran. El vulgar cabrón sólo es un despreciable ser sin ningún recorrido.
Vean, pues, Dr. House y díganme si no resulta hasta simpático.