El viejo y su espíritu

Un cuerpo viejo le pide a su espíritu que le muestre si es aún joven. El espíritu, cansado de infructuosos intentos de hacer que el viejo no lo sea, al menos, tanto como parece, tiene una idea nueva. Le dice a su viejo cuerpo que relea lo que escribió tiempo atrás, cuando esa preocupación no le mortificaba. Y el viejo se pasea por su poemario en busca de posibles claves. Si las encuentra, sopesará si están vigentes, lo que significará que es aún joven. El primer poema que atrae su atención es el asiguiente, que adapta al presente

Escapa, niña, a mis intentos.
Vuélvete arena entre mis dedos.
Llena el mar hasta que surja una isla.
Deja que de ella tomen posesión las mariposas.
Préndete de sus patas y… ¡vuela!
No es  un grito lo que escuchas;
Es mi alma que repta hasta mi boca
Y araña mis entrañas;
Es el dolor de no sentirte cubriendo mi deseo.

(JDD 2001)

El cuerpo le pide al espíritu que le explique qué quieren significar esas palabras en su caso. El espíritu le dice:

Tienes obsesión por un amor prohibido,  y consciente de no poder disfrutarlo, procuras alejarlo de ti. En esa decisión también manifiestas el dolor que te produce. Es el querer y no poder, no por razones físicas, sino morales, qué digo morales, no, yo las llamaría miedo.

Sigue el viejo cuerpo bucendo en sus viejos poemas y encuentra el siguiente:

Aviva ya el alma, que se te duerme,
y llévala a un mar tempestuoso.
Dile que esperé allí en actitud inerme
la caricia del viento incestuoso.
Mientras ella se fecunda de pecados
verás alma y cuerpo embellecidos.
Alma y cuerpo de virtudes sobrados
y de marchitos amores renacidos.
(JDD. 2000)

El viejo cuerpo siente que algo se revuelve en su espíritu. No se atreve a preguntarle, teme que le reproche su falta de decisión por consideraciones que le alejan del propósito inicial. El espíritu, viendo que el viejo cuerpo no reacciona, le pide que lea el siguiente poema, quizá en él está la clave que busca.

No estás ya muerto, viejo
Si de orgasmos ausente
Deja a un lado tu cuerpo
Y masturba tu mente.
Infiernos y paraísos
Son para ti las promesas
No tienes ya otra opción
O las tomas o las dejas.
(JDD 2001)

El viejo cuerpo, lejos de encontrar lo que el espíritu le insinua, le llena de zozobra el verso  «Infiernos y paraísos
Son para ti las promesas». Su fantasía es verdad que siempre le presentó asequible el deseo y el gozo. ¿Se refiere que en la realidad tendria la oportunidad de comprobar que tambíen ahora se cumplen? Pero el viejo cuerpo mientras esto piensa, su vista se posa en el siguiente poema, y ya no no pide más explicación a su espíritu, en él está la clave que buscaba.

Hoy vi tu cuerpo desnudo,
Fue una furtiva mirada
Que atrapó tu imagen .
Antes, la deseaba,
Ahora, no sé qué hacer con ella.
(JDD. 2001)

El espíritu no se da por vencido, y viendo a su viejo cuerpo sumido en el desaliento, le trae el siguiente poema a modo de despedida. Todo parece quedar igual; el viejo cuerpo no se da por vencido, se  da por acabado, muerto.

Renazca en ti la esperanza
¡anímate ya, viejo!
A pesar de tus arrugas
de tu inapetente sexo
de tu escepticismo a ultranza
de tu nihilismo obseso.
Renazca en ti la esperanza
aunque la tengas lejos
porque la tienes, porque te tiene
del amor preso
confundido, confundida
de pensar que lo vuestro
tiene el futuro
que cantan  los versos.
Anímate ya, viejo
que de esperanza
viven los muertos.
(JDD 2003)

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