¡Embarazada! (recuperado)

A veces, falto de ideas, perezoso, sin ganas de exprimir mi cerebro, recurro a echar una ojeada a cosas escritas por mí hace tiempo; ¿por mí? Leo y dudo que sea mío. Por un lado me parece bien escrito, pero por el otro presiento que es manifiestamente prescindible. Este que traigo aquí, francamente lo veo y pienso en cómo se me pudo ocurrir tal engendro, escribirlo y publicarlo, no recuerdo si en los foros literarios que frecuentaba por entonces o lo tenía por ahí hasta que creé esta página, y tuve la osadía de meterlo en ella. Bueno, pues como ejemplo de lo que es perder el tiempo y contribuir a la entropía de la que hablaba en otro escrito, lo vuelvo a pegar aquí para que sea juzgado públicamente y, si lo merece, sea condenado a la hoguera; el escrito, no a mí, que aún puedo daros algo que merezca la pena.

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Tenía 16 años cuando todo comenzó a cambiar en su vida. Tampoco en su entorno familiar sospecharon lo que le sucedía a la “niña”. Es cierto que la madre le preguntaba cada mes: “¿No te ha venido la regla?”. Ella le respondía: “No, mamá, ¿quieres que vayamos al médico?”. La madre le respondía que eso estaba dentro de la normalidad, quizá porque había nacido prematura. Pero la niña comenzó a notar que algo raro sucedía en su vientre: un aparatoso abultamiento, algún movimiento convulsivo… algo que parecía moverse dentro. La madre ya no tuvo dudas, todo apuntaba a que la niña estaba embarazada. “¿Quién ha sido?”, preguntó a su hija, manifestando así su máxima preocupación. La joven no entendió la pregunta; “Quién ha sido, qué?” La madre, algo fuera de sí, la cogió por los hombros y, después de zarandearla, le dijo: “Quién va a ser, el malnacido que te ha dejado preñada.” La niña seguía sin entender. Sabía lo que era estar embarazada. Sabía, también, que eso era consecuencia de “acostarse” con un hombre, y hasta sabía qué tenía que haber hecho para que tal cosa sucediera. “Mamá, no he estado con ningún chico, si es lo que quieres saber.” La madre, fuera de sí, le dio una bofetada a su hija a la vez que le gritaba: “¡Mentirosa! ¿Ha sido el Espíritu Santo, no? A ver, explícame con todo detalle, y según tú, qué has hecho para estar embarazada.” La chica reculó unos pasos para estar lejos de la ira de su madre y, llorosa, respondió: “Mamá, te puedo jurar que no he estado con nadie haciendo lo que piensas, sabes que soy fea, poca cosa como mujer, causo indiferencia a los chicos, ninguno se acerca a mí para hablarme y menos para tocarme, si estoy embarazada, yo soy la primera sorprendida.” La madre, que no creía en milagros, siguió recriminándole que mentía, que algo inconfesable le ocultaba y que, por las buenas o por las malas, iba a saber quién había sido el que había dejado preñada a su hija y que ella se encargaría de que asumiera su responsabilidad.

Mientras la madre indagaba por aquí y por allá para conocer las relaciones de amistad de su hija, especialmente preguntando a las jóvenes de su edad, María, que curiosamente así se llamaba la joven, dejaba pasar los días sufriendo la nula complicidad de su madre, aunque agradeciendo que aún no estuviera al corriente su padre de lo que estaba sucediendo. Por otra parte, también resultaba extraño que aquel bulto y aquellos espasmos parecían haberse estabilizado sin progreso de ningún tipo. La joven ya estaba en las manos de su madre,y si tenía que hacer algo, debería esperar a que ella lo ordenase. Y así, algo tan normal como ir a visitar al médico para que confirmase el estado de su hija, la madre lo descartó desde el principio, al menos hasta saber quién era el padre. Creía la madre, que el secreto sería su mejor aliado para sorprender al responsable.

Un día, María después de pasar toda la noche sintiéndose mal, y cuando ya no pudo más, le dijo a su madre lo que le sucedía. “¿Has mojado la cama? Quizá se presenta un parto prematuro, como pasó contigo.” La joven le respondió, agarrándose el vientre para mitigar el dolor: “ No, mamá, sólo un fuerte dolor en el vientre. Quiero que me lleves al médico.” La madre, aunque remisa en principio, aceptó finalmente llevar a su hija al hospital, quizá su aspecto deplorable la asustó y ya no encontró excusa.

María entró en el hospital por “Urgencias”. Después de dos hora de exploraciones, un breve parte médico daba cuenta del diagnóstico: “Joven ingresada con fuertes dolores abdominales. De las exploración protocolizada, se deduce que es un caso de pseudociesis. Debe seguir con el tratamiento fármaco prescrito y posterior psicológico.»

P.S. Para que no tdengías que consultar:

» Conocido popularmente como embarazo psicológico o imaginario, la pseudociesis (‘pseudes’ falso, y ‘cesis’, gestación) es un trastorno psicológico que afecta principalmente a mujeres con un desmedido deseo de convertirse en madres y que empiezan a presentar claros síntomas de embarazo a pesar de no estarlo»

A mí me pasado en alguna ocasión, pero se quedó en gases.

Una respuesta a «¡Embarazada! (recuperado)»

  1. Vaya…. menos mal que solo era un embarazo psicológico como el que tienen los perros y los gatos….
    PORQUE SI LLEGA A SER UN MILAGRO Y ES LA SEGUNDA VIRGEN MARIA…, la liamos con tus creencias!!!!

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