Viendo esta fotografía, lo primero que sugiere es que estás ante un ser que piensa no como un animal. No es un ser humano y, sin embargo, podría serlo. Sólo porque puede serlo, esa expresión de su rostro tendría explicación. Analicemos en clave humana. Frente despejada, la ciencia concluye que dentro hay un cerebro con similitudes y diferencias con el humano, pocas. Pero, ¿es que no las hay entre los cerebros humanos? ¿Qué define al genio del hombre vulgar y torpe? Sus ojos, esa mirada inquisitiva: «tú, fotógrafo, ¿qué vas a decir de mí, me vas a sacar en Instagram junto a la foto de tu esposa?» Y esa boca que no dice «patata» porque no le apetece sonreír, rictus apropiado en una sesión fotográfica forzada: «mira, tú, fotógrafo, ya me estás cansando, ¿vas a poner a pie de foto que soy un mono para distinguirme de ti? Pues sí, soy un mono y tú un humano, la única diferencia es que tú eres un peligro para la vida y yo sólo quiero vivir». En su aspecto general, nos está diciendo: «Estoy cansado de que me llaméis vuestro ancestro, si así fuese, me arrepiento de no haber abortado, el mundo no correría peligro de extinguirse.
Y yo, después de esta reflexión, sólo me queda decir: lástima, hermano, que no puedas hablar y salir en televisión en prime time o en hora de máxima audiencia, seguro que tendrías muchas cosas que decirnos a estos tus descendientes que nos consideramos superiores.