En los foros, vivir o morir

Mis andanzas por los foros, más o menos literarios, están plagados de anécdotas. Escribía sin complejos, en ocasiones terriblemente insultante para los buenos compañeros que intentaban reconducirme a las buenas formas. Pero eso hubiese sido claudicar del yo emergente, así que la salida era largarme de allí o que me echaran. Transcribo algunos textos, tal cual y sin editar, que guardé de aquella época, finales de siglo.

Simplificas, camarada; las cosas están peor. Y están peor porque a todos nos va a coger con el paso cambiado. A los de izquierdas, porque se le acaba la teta para repartir «casitas» y otras mejoras sociales. A los de derechas, porque sólo con pan, orden, futbol y toros, en su caso, ya no podrán hacer marchas triunfales al son de himnos y flamear de banderas. A los capitalistas, porque la vaca se ha vuelto toro y da lo que da. Y, finalmente, al pueblo, porque el pueblo español está acostumbrado a las vacas flacas y se quedará sentado  viendo la tele para no gastar energías. Los separatismos harán piña con los nacionalismos españolistas, porque en tiempos de escasez es mejor abandonar el fuero que el huevo. Y mientras esto se avecina, la libertad, eso sí, será absoluta para hacer demagogia panfletaria. Y si no, al tiempo.

Daba por terminado el debate bilateral, pero he aquí que me encuentro en tu mutis por el foro una perla, que hasta podía ser poética y muy propia de este líri-co lugar. Dices: » Llegará otra «crisiscita» más, nos apretaremos el cinturón y apretaremos un poco más el cuello del otro Mundo, ése donde la Crisis es permanente, eterna». ¡Clas, clas! Pues te acompaño en el sentimiento con esto que escribí allá por el 2000

ME IMPORTAN TRES COJONES (un carajo)…

Tú, ése, aquél…

el que sufre, el que llora, el que muere, el que va a morir…

el comido por el hambre, por el cáncer, por la lepra, por el SIDA…

los enganchados a la droga, al tabaco, al alcohol…

las devastaciones, los accidentes de tráfico…

los sin techo, los sin madre…

los dioses uno, dos o trino…

los ángeles, las vírgenes, los santos, los mártires…

los héroes, los villanos…

los que se suicidan, los que finalmente no se suicidan…

los filósofos vivos, los filósofos muertos, los llamados grandes hombres…

todos los muertos, incluso mis padres…

las ideologías, las convicciones de los demás…

la fe, la esperanza, la caridad…

la ética, la estética…

que el mundo reviente mañana…

SOLO VERDADERAMENTE ME IMPORTA…

mi nietecito.

Pero no me importaría que muriera conmigo.

(JDD. 2000)

No, no tolero el superlativo. Estás entrando en disquisiciones para las que no me siento preparado. Cuando empecé a escribir, hace unos 15 años, mi intención era escribir sin saber qué era o no era escribir bien, sin saber de comas, punto y coma, oraciones subordinadas, etc. Necesitaba escribir porque era la única forma de superar mis complejos.  Mi primer bautismo de sangre lo recibí de las manos de un filólogo, quién a bien tuvo leer y corregir una novela de 200 páginas que escribí, primero a boli en un cuadernillo con espiral y luego pasado a máquina con el concurso de mis dos dedos indices. Luego encuaderné los folios para que pareciera un libro. Bueno, pues el filólogo me lo devolvió irreconocible. De momento creí que eso significaba que había errado el camino y que lo de escribir me caía ancho. Pero observando todas aquellas correcciones y tachaduras vi una luz. Aquel tocho ya no valía como argumento, pero era de inmenso valor como manual de uso. Y a su estudio me entregué con todo el fervor antes de volver a intentar escribir una sola frase. Luego, algo que no había hecho nunca, fue leer todo lo que tenía en mi casa con un sólo objetivo: constatar que los ya consagrados como escritores observaban las mismas reglas que me había propuesto el maestro. El tercer paso fue construir frases alternativas usando esas mismas reglas. El cuarto paso fue reescribir aquella primera novela, y eso ya fue 1997, con el título «La rebelión de los otros» – está en la web–, casi cuatro años después. De modo, Kepa, que o me tratas con conmiseración o me tratas con admiración; lo que no debes tratarme es como un estúpido, porque esa fase de mi vida literaria, creo que ya le dejé atrás.

Vamos a ver si me explico, sea sólo como ejercicio de buena sintaxis.

He estado en varios foros, todos de corte literaria o cosa parecida. De algunos me echaron por las formas, en otros monté una algarabía que llego trascender hasta estamentos sensibles, otros eran tan bujarrones, que hasta yo parecía un dulce pastorcito. El caso es que me terminaba cansando y me iba de donde no me echaban. Como ampliación a mis confesados orígenes literarios, debo agradecer a los foros una cosa que estimo crucial para alguien que pretende ser escritor: la agilidad mental. Sin agilidad mental, un escritor se empantana en cualquier momento de la producción que lleve entre manos, y suele dar al traste, en ocasiones, con su mejor empeño: mantener el hilo conductor de un argumento hasta su desemboque final. Bueno, pues la agilidad mental (como la del cuerpo) es algo que se obtiene entrenándose, no es algo innato. Para mí descubrir estos foros fue fundamental, porque yo carecía de esa agilidad mental, algo que comprobé cuando me puse a escribir mi primera cosa. Y fue curioso que a raíz de mi participación en foros, noté que esa agilidad aparecía y se potenciaba más y más a medida que asumía otros difíciles retos, como criticar a Cela, a Pessoa, a Dios si llegaba el caso. Todo era para mi un ejercicio en clave literaria, que si motivaba una respuesta, fuese airada o elogiosa, a mí me servía para constatar que mi propuesta no había caído en saco roto. Y así me iba animando a asumir nuevos y más difíciles retos. No lo habéis leído ni creo que os interese a todos, pero cuando escribí “Yo, Alejandro”, en sus más de 700 páginas creo haber derrochado una enorme agilidad mental. La propuesta que hacía era hacer de un personaje pedante en extremo, la punta de lanza coherente contra todo lo establecido como verdad. Ahí es nada.  El resultado no lo he constatado aún porque soy muy perezoso, y hasta inútil, para promocionar mis cosas, pero ya puedo asegurar que cualquiera que lo lea necesitará muchos argumentos para rebatir las pedanterías de Alejandro, y no, desde luego, a base de hacer cuchufletas como ha hecho Kepa. Todo, pues, pasa por entrenarse.

Este foro no es mejor ni peor que otros. Cuando llegué,  lo primero que sentí fue que parecía uno de esos tablones de anuncios donde alguien pega un papel con una oferta que raramente alguien mira, y si mira, no es lo que busca y pasa a otro. Aquí no podía ejercitar ninguna agilidad mental si me dejaba llevar del ambiente, pero sí podía comprobar si lo aprendido servía para resucitar este camposanto. Y a ello me dediqué. Los resultados, los dejo a la valoración de cada uno de vosotros que me lean. Sólo es una pequeña muestra, para algunos, ya veo, positiva; para otros, y están en su derecho, será negativa. Yo sé lo que significa para mí, y eso me basta.

Y ahora que me he confesado de verdad, os aseguro, amigos, que todo lo que escribo lo es en clave literaria.

José

Querida. Me abrumas con tus llamadas al orden,  a las maneras, a la educación, a lo consideración ajena  y a todo lo que tú has debido practicar en tu vida, especialmente en tu vida de empresaria. Yo no creo en nada de eso, mi amor. Soy un nihilista convencido. Además, ya soy viejo para ser educado. Quiero, como tú frente a los catalanoides furibundos, hacer lo que me dé la gana en el tiempo que me queda. Ya tuve que hacer todo eso que echas de menos en mí en otros tiempos para ganarme el pan.

No pido que me toleres, ni que me toleren lo que no quieran tolerarme. Mira, si finalmente os resultara insoportable y decidierais echarme, en esta ocasión si me lo tendría merecido, porque sería por consenso amplio. No fue así en en otros despidos. En aquellos me echaron por causas inconfesables para los que lo decidieron. Claro que hice examen de conciencia, pero los que me siguieron acompañando en mi salida, no me dejaron que me flagelara  como penitencia. Consuelo, no pierdas el tiempo conmigo.

Y para que esto no sea del todo un «Talk Show»  y me ajuste al espíritu del foro, te pongo aquí abajo una de esas cosas que algunos llamaríais un poema, y que habla de todo esto.

Yo soy una pura ironía

como mi propia vida

A algunos no les gusta.

A algunos les encanta.

Surge la competencia.

Dialéctica de las formas.

Malas formas.

Bueno.

¡Qué le vamos a hacer!

Y sin embargo, yo, corrido en mil foros,

dejo una estela de desencanto cuando digo adiós.

¿Por qué será? Me pregunto.

Me invitan a seguir siendo yo,

el yo apaleado por los cancerberos del lenguaje de las buenas formas.

Nada que ver con el lenguaje de los hombres que quieren ser

Un ángel se encuentra a lucifer y se enamora de él, ¿por qué?

Y dios manda a lucifer a los infiernos, ¿celos?

Y sin embargo, no hay otra forma que la mía para hacer hombres y mujeres de provecho.

Dios ha fracasado, ya lo veis.

O seguiréis siendo marionetas,

si seguís encenagados en su copa de  alabanzas.

Yo sólo pido que me oigáis.

Él os pide que le escuchéis.

Vuestra es la elección.

Pero daos prisa, antes de que me mande a los infiernos.

O yo me vaya a redimir a otras gentes.

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