Follar o hacer el amor

-No quiero hacer el amor contigo, eres demasiado delicada, demasiado etérea para penetrarte con mi burda y ciega polla

Así hablaba Miguel a la joven que se sentaba al otro lado de la mesa de un velador callejero de Madrid. Ciertamente era una mujer casi transparente, su vestido también contribuía a aquel aspecto fantasmal que sólo Miguel podía ver. Ella le sonreía, como si quisiera celebrar aquella salida original de su compañero o decirle que no le creía. Miguel la miraba mientras acercaba la taza de café a sus labios, y tomaba un poco sin absorber el liquido.

-Y que te hace suponer que yo te aceptaría? –preguntó mientras también acercaba su taza a los labios.

-Mujer, ese parece ser el final, la cumbre de una relación entre un hombre y una mujer.

-Sí, pero puede que tu no seas mi hombre.

Miguel se vio atrapado en su propia contradicción. La miró fijamente, sin decir palabra, no se atrevió a preguntar, pretendía descubrir así si aquella mujer le rechazaría. No obtuvo ninguna respuesta y se sintió avergonzado de haber utilizado una premisa insultante para ella-
-Perdona, no debí hacer de ti un objeto pasivo, dependiente de mi única voluntad.

La joven le sonrió, esta vez con una sonrisa abierta, casi sonora. Finalmente se puso seria y le dijo:

-Mira, Miguel, no me ha molestado lo que has dicho, si me sorprende esa peculiar consideración tuya. No soy un ángel asexuado, hacer el amor con un hombre no forma parte de mis exclusiones. Si crees que soy tan delicada como ves, espera que se de el caso, y procura ser tú delicado.

Miguel estaba confuso, no sabia bien como interpretar aquellas palabras, qué tenía que hacer para ser delicado, según ella? Le preguntó:

-Qué quieres decir? No comprendo, sólo hay una forma de follar.

Ella soltó una carcajada. Se la veía divertida, dueña de la situación. Finalmente se calmó y le dijo:

-Mi querido Miguel, no seas primitivo creyendo que hacer el amor es sacar y meter tu burda polla en mi vagina, eso es follar. Probablemente tampoco es mi deseo follar contigo. Si sucede que hacemos el amor, tú mismo veras la diferencia y sabrás comportarte.

-Crees que hay una diferencia? No la veo.

-Repito, espera a que se de esa circunstancia y tus ojos se abrirán.

Tomaron el ultimo sorbo de café y ambos se levantaron como un resorte. Se tomaron de la mano y caminaron a paso cada vez mas acelerado. Legaron al portal de un inmueble y tomaron el ascensor. Miguel la penetró allí mismo de forma salvaje, cuando le llegó la calma, le dijo:

-Querida, ya he visto la diferencia, hacer el amor es follar en un ascensor.

JDD