Heroicidades y estupideces

Hoy he realizado una heroicidad o la mayor estupidez de mi vida: he borrado todo mi pasado en mis relaciones personales en Internet. Foros, personas, amigos y amigas algo más que virtuales, todo a un clic se ha esfumado. Luego me he ido a mi agenda de correo electrónico y también he borrado todas las direcciones. Yo mismo he sido una especie de virus informático selectivo que, con saña, se ha aplicado a la tarea de destruir todo vestigio de mi pasado por Internet. Cuando creía mi disco duro limpio de testimonios, recuerdos y relaciones, me quedé pensando: “¿dónde más puede quedar algo?”. Fotos. y me fui a los archivos de fotos. Todas eran de la familia y algunas curiosidades. Se salvaron del clic mortífero. Pero no me quedé tranquilo. En algún lugar debe quedar algo. Busqué en “Mis documentos”. Allí encontré un mausoleo con numerosas y muy antiguas relaciones. También participación en diversos foros y algunos testimonios personales que debí considerarlos indestructibles, por importantes, cuando decidí guardarlos allí. Buscaba fotos y encontré alguna: eran de alguna amiga que me distinguió al enviármelas. A todo le apliqué la misma condena: ¡clic!. ¿Quedaba algo? Direcciones de Chat. Y allí me fui. Media docena aparecían desvaídas en la ventana del Yahoo Messenger, señal de no estar conectadas, pues de estar alguna, aparecería resaltada. Aproveché la ocasión de estar dormidas para acabar con ellas. Cuando ya no creía que pudiese quedar nada, me pregunté: ¿”por qué he hecho esto”?. No tuve respuesta, en su lugar y con un sentimiento de impotencia, me dije: “por más que quisiera, jamás podré borrar los recuerdos”. Y sólo confié en que mi memoria se fuese debilitando lentamente.