Hoy falleció mi querido amigo y hermano. Ya llevaba perdido varios meses, desde que su cerebro se desconectó. Aunque lo tenía asumido como alguien querido que me deja definitivamente, en este caso tenía un significado especial. Se fue diciendo: «sígueme». Y así es.
Tu partida no me aleja de ti, bien al contrario, pareciera que me llevas atado muy cerca. Aún no vislumbro las tinieblas, pero las presiento. Simplemente te has adelantado abriendo el camino que lleva a ninguna parte. Y no me resisto, es inútil. Sólo te pido una cosa, aunque sea una quimera: que ya que vas delante, anúnciame, si lo encuentras, cualquier motivo de esperanza.