Luis salió del médico insatisfecho con las explicaciones que le dio. Había ido a consultar un problema concreto y el doctor se limitó a diagnosticarle que, por su edad, estaba iniciando en su cuerpo un cambio hormonal que por, ponerle nombre, lo llamó menopausia masculina o andropausia. Disfunción erectíl, inapetencia sexual, baja estima a consecuencia de ambas. Podían ser tratadas. Pero Luis no aceptó las conclusiones del médico, odiaba los medicamentos, podía utilizar otros recursos, de hecho ya, en otras ocasiones, y ante algún síntoma inesperado, había probado algo nuevo que le volvió a sentirse en forma.
Vivía solo, con sesenta y cinco años el sexo comenzaba a ser algo difícil de procurarse. Sus prácticas onanistas eran, por lo general, motivos de frustración. El porno, que tiempo atrás seguía como una guía imprescindible para procurarse excitación y la satisfacción del orgasmo ya no le funcionaba. Había probado todo lo que los videos podían ofrecerle: El tickling, Humming, squirt, fisting, carezza, carrete filipino, matutolagnia, footjob, sexting, Florentino… Veía esas practicas realizadas por otros como si con él no fuera la cosa, nada se movía en su cuerpo. Los videos porno clásico ya ni los abría, un deja vu sin nada nuevo: felaciones, anal, cunilingus, interminables coitos, algunas varianrtes en un catálogo igualmente interminable, todo eso ya era historia pasada.
Por supuesto que Luis había, esporádicamente, contratado los servicios de putas a domicilio, algún chapero y usado artilugios adquiridos en un sex shop para prácticas de sado masoquismo y otros hágalo usted mismo. Voyer cercano a parejas lesbianas que actuaron para él. Todo eso duró mientras lograron el propósito, luego resultó inservible. Luis podía haber tomado la decisión de buscar otro tipo de satisfacciones, pero él mismo estaba convencido de que su obsesión por el sexo era algo con lo que había nacido y nada lo podía cambiar.
Si pasó por su cabeza, de inmediato lo encerró con tres llaves y las tiró al contenedor de la basura. Pensando que le faltaba algo por probar, de refilón pasaron por su mente imágenes prohibidas; Luis era una persona con límites de comportamiento que nunca dejó que traspasaran su conducta.
Por algún tiempo todo lo anterior quedó superado cuando descubrió la zoofilia. Los videos mostraban algo nuevo que le excitaron. Una consideración personal le hizo desistir de su visionado: aquellas prácticas eran antinaturales, y hasta sintió repugnancia con algunas perfomances realmente inconcebibles.
¿Habría algo desconocido que le faltara por probar? ¿Y si se busca una joven, de veinte o treinta años menor que él? Las había visto en los videos de porno, pero supuso que no era lo mismo tener una en casa. Desechó la idea, aquello era como tener una puta en pensión completa. Se podía encaprichar con ella, pero ¿y ella, iba a tener los mismos sentimientos hacia él? Esa aventura le terminaría aniquilando su autoestima cuando comprobara que lo estaba utilizando hasta mejor oportunidad. Se asustó verse solo, sin esperanzas.
Afortunadamente para Luis, el sexo comenzó a ser recuerdo, algo de nostalgia y propósito de no intentar cambiar la naturaleza de las cosas, el cuerpo le ayudó. Del sexo puro y duro pasó a aficionarse de las películas con componente erótico. La sutileza con que el sexo es tratado, le hizo ver que en toda su vida sexual jamás había experimentado con las insinuaciones. Había perdido el tiempo con tanto sexo explícito, las insinuaciones eran fundamentales para despertar la líbido. A partir de ese descubrimiento, ya sólo buscó la mirada de una mujer que pareciera decirle algo. Cuando eso sucedía, muy de tarde en tarde, Luis no tenía un orgasmo, su corazón latía más fuerte, satisfacción por lo inesperado.
El apetito sexual con los años se extingue, pero queda el amor, el amor no se acaba se transforma.
Qué relación existe entre el sexo y el amor? Puede darse una coincidencia, pero ambos conceptos funcionan por separado.
Parece un cuentito’normal’ dentro de lo que, sueles escribir o encriptar. Pareces un buen teórico del tema. Para sorpresa agradable, tu cuentito tiene un plus al final: el hallazgo reconcilia al personaje consigo y con la vida. Pasa del patetismo pragmático a la aceptación de la satisfacción inesperada. Igual y te proyectaste a ti mismo en el teatro de la vida – no necesariamente con el tema sexual- Ojalá también disfrutes al hallar » tu razón » de satisfacción. Avanti.
Menos mal que parezco un buen teórico del tema. En realidad no puedes argumentar ad hominem.