Pero, sobre todo, Freddy Mercury. Cuentan que con esta canción, Freddy se despedía del mundo que tuvo el privilegio de tenerlo entre sus más preclaros seres. Ya estaba medio ciego, debilitado por la enfermedad, SIDA, pero no fue obstaculo para que nos dejara un testimonio fascinate. Quizá sólo un gay podía desplegar tanta sensibilidad a su portentosa voz. Murio joven, se creía inmortal, y en realidad lo es, si medimos la inmortalidad con los parámetros que aplicamos a todos los que han perdurado en nuestra memoria. Sólo tuvo un defecto, que fue un gilipollas. Aunque para él esto formara parte de su carisma.
Escucho tus canciones, veo tus videos, gilipollas, y me emocionas, maricón!
Cierto que no pertenecí a su legión de fanáticos, tampoco fui a ver Rapsodia al cine, pero fue imposible ser indiferente a sus interpretaciones, al duende capaz de comerse el escenario en minutos. Conservo en la memoria dos canciones de Queen en su voz, que no disfrutaría igual con otro intérprete.
El secreto del paso de Freddie a la inmortalidad, fue ser él mismo, atreverse en el escenario, vivir la vida, beberla de un sólo trago; como cuando los mexicanos ponemos un trago de tequila en un vaso pequeño (caballito) lo bebemos en un sólo sorbo, y después, con fruición arrancamos el alma a un limón. Era jugar a todo o nada, Mr Fahrenheit lo supo siempre.
Debo aprobarlo, es un buen comentario.Nada que añadir.