Es decir, que fue preñada sin pecado. María tenía esposo, pero no fue él, fue el Espíritu Santo. Bueno, pudo ser como se cuenta. Del supuesto espermatozoide espiritual, y un óvulo que debía tener disponible María, y José mirando para otro lado, su esposa cumplió con los nueve meses reglamentarios de embarazo y dio a luz a Jesús, ni antes ni después, sin romperlo ni mancharlo. Si fue un milagro, nada que oponer a tan extraño suceso. Y debió ser un milagro, porque la devoción mariana es un fenómeno de masas que se manifiesta de mil formas, incluso con flores a María, que madre nuestra es.
En fin, que lo cuento como lo cuentan, sin inventarme nada malicioso. Lo que no me resisto a exclamar es: ¡Idiotas!