Una palabra, busco una palabra, una palabra que lo diga todo, que no necesite circunloquios para comprenderla, que al pronunciarla el aire detenga al viento, que anule la distancia, que cualquier música, en comparación, sea sólo ruido, que acaricie, que te devuelva el sueño interrumpido, que sea compendio de todas las historias, de todos los cuentos para niños y mayores, una sola palabra, principio y fin de todas las cosas hermosas, una palabra ya inventada antes de la invención del universo, que no se preste a la duda si es oportuna según y como, que en la boca sea miel y en el corazón sosiego, una sola palabra que no necesite a Dios para agradecer haber nacido, que la muerte la haga eterna en la memoria…
Sí, creo que ya la tengo, pero me cuesta pronunciarla, me cuesta escribirla sin mancharla. Quizá si la susurro, si el respeto precede a cada letra, si al final pido perdón por haberla invocado muchas veces en vano, sea, en esta ocasión, que pronunciarla, escribirla, el homenaje que le debía.
¡Madre!