En días pasados, mis hijos y mi nieto me plantearon un viaje. El pretesto era que mi nieto asistiría a una ceremonia de graduación en la Universidad de Salamanca. Un viaje relativamente largo, ya que primero sería ir a Madrid desde Málaga y desde Madrid a Salamanca. Pero Salamanca estaba a sesenta kms de Zamora, capital de provincia y a diez kms de un pueblo donde nací: Casaseca de las Chanas. El proyecto era llegarnos a Zamora y a alguno de los pueblos donde había vivido con mis padres, demasiados lugares dada la condición de Guardia Civil de mi padre al que constantemente le cambiaban el destino. Pero yo llevaba 60 años sin haber vuelto por allí.
Me acosté con la intención de dormir, pero no me fue posible. Mis hijos y mi nieto ya estaban organizando el viaje y los hoteles donde iriamos a parar en nuestras metas intermedias. Con desasosiego, repasé aquellos lugares virtuales que se formaron en mi cerebro. Digo virtuales porque eran los que guardaba en mi memoria. Pronto el desasosiego se convirtio en angustia. Después de sesenta años probablemente no quedaba nada de lo que yo viví: El molino-casa de mi abuelo donde nací con la ayuda de una comadrona del prueblo. La casa de adobe y piedra donde ya de joven viví con mis padres. Ambas con pozo para sacar el agua necesaria, ambas sin cañerías, sin lavabos con grifo, sin water donde evacuar los escrementos; sólo palanganas. Las cocinas era de las llamadas económicas, funcionabanan con carbon o leña, las habitaciones con una cama, una mesilla, un arcón y un cuadro de algún santo o crucifijo en la cabecera. En algún hueco, de una barra colgaban prendas de vestir. El suelo de las casas era de barro prensado, con pequeñas excepeciones de espacios enlosados con pizarra. Ambas con un corral que servía para tener gallinas, el cerdo que se sacrificaba por navidad y el lugar donde hacías tus necesidades fisiológicas, dicho en fino. Iba a ir después de sesenta años a un lugar con seguridad irreconocible, del pasado sólo lo que quedaba en mi memoria. Yo había envejecido mientras todo habría rejuvenecido; aquellos dos lugares, incluido el pueblo entero serían otra cosa, todo habría muerto para renacer, y yo no esperaba tener esa suerte.
De otros pueblos con destino para mi padre, también mi memoria los visualizó con sus peculiaridades, en todos ellos fui creciendo sin que que de ninguno guarde mi memoria buen recuerdo; eran tiempos de escasez, de vivir sin nada que hoy añore su desaparición.
También vivimos en la capital. De las tres casas ya no quedaría nada y nada podrían decirme las nuevas construcciones erigidas en sus solares. ¿Para qué, entonces, ir a un lugar que me iba a resultar desconocido por los cambios experimentados durante tanto tiempo? Podía hacer una abstración de la realidad actual y crear en su lugar las imágenes virtuales del pasado. Pero no quería ni pensar en que esa posibilidad me produjera satisfacción, en su lugar lo que sentí fue una sensación de muerte aparente, de estar viviendo en otra dimensión totalmente diferente. Fue tanto el desasosiego que me produjo pensar en que todo eso lo iba a desenterrar con el viaje proyectado, que eran las 3 de la madrugada, llamé a mis hijos y a mi nieto y les comuniqué que no iba a hacer el viaje, les expliqué brevemente las razonés y tuve la suerte de que ellos también habían pensado parecido, no por ellos, sino porque no tenían duda de que para mi las emociones a mi edad y estado, lejos de darme satisfaccion podían hasta hacerme daño; no valia la pena, no iba a ser un viaje al pasado, sino un viaje a la muerte de las cosas, que, sin duda, preconizaban mi propia muerte como una cosa más.
Que pena de viaje suspendido y me temo que ya irrealizable.
Comprendo las circunstancias y veo lógica tu postura , no obstante , también allí disfrutaste de momentos bonitos y felices(creo yo).
Era tu juventud , primeros flirteos con las jovencitas , enamoramiento de la fue tu mujer.
Enfin ,entiendo tu decisión , pero me hacía ilusión que hubieras vuelto , a ver si se producía un cambio en tus recuerdos.
Por razones de circunstancias y edad entiendo tus razones .
Lamento la losa en que se han convertido para ti tus recuerdos.
Mi usado , que no viejo amigo :
Yo he vivido esa sensación en la aldea de mi madre , en La Mancha , una aldea llamada Las Casillas de Marin de Abajo, en aquellos tiempos de mi infancia vivían unas 20 familias , hoy hay un vecino en invierno y mis primas , que aún mantienen las casas de sus padres .
La primera vez que llegue …. donde está él aljibe ? y la era y ? y ?
Ni bodega , ni trillo , ni mulos , ni aperos de labranza .
Me sentí como ausente , te acuerdas de Alfonso ? Como ? Si hombre Alfonso “ el de pateta “ Si !!!! Iba con él a cazar liebres !!!!
Miraba aquel inmenso llano y no veía a nadie . Mereció la pena ? Sin duda , me vi a mi mismo .