Veo la película, ya antigua, «¿Conoces a Jose Black?». Tres horas a la antigua usanza de las películas interminables de romanos y héroes mitológicos. Tiene ésta la virtud de atrapar tu interés. Intriga que la muerte se corporeice en un guapo joven que entra en el mundo de los vivos sin tener idea de lo que se va a encontrar, acostumbrado como estaba a llegar, cumplir con su misión y desaparece para siempre, dejando sólo el concepto de muerte asumido por los vivos que, en general, no le prestan mucha a atención hasta que llega su momento a cada uno.
Después de verla surge la reflexión inevitable: ¿y si la muerte es algo físico que viene a cada uno de nosotros, nos envuelve con su capa negra y nos lleva al lugar de las tinieblas eternas? Esta reflexión mía es , obviamente, literaria. La muerte de cada uno en general es un acto en soledad, no se acompaña de un invitado que viene a buscarte, y los deudos que esperan tu último suspiro, son meros espectadores de un suceso que no se paran a comprender. Cada cual según su afinidad con el fallecido, se va a su casa con más o menos aflicción, muchas veces ninguna, pues para ellos es un asunto que termina, con una puerta abierta al siguiente.
Pero sí hay algo en la película que conmueve: el amor parece sobreponerse al final que nos espera. La muerte, que en la película encarna el joven apuesto Brad Pitt y el objetivo inmediato que protagoniza Anthony Hopkins, no pueden sustraerse, en tanto hombres, a las pasiones que ofrece la vida, especialmente si el joven se encuentra con una bella mujer que ya al conocerla le comienzan a cambiar los esquemas y el padre de la joven que no se resigna a dejar de ser poderoso. La muerte se olvida de su misión principal: terminar con la vida del predestinado, y por su cuerpo humano comienzan a tomar protagonismo las sensaciones que son propias de la vida. Que el amor termine venciendo a la muerte es una licencia del guionista y productor de la película, pero se agradece que te haga olvidar que te espera algo trágico y te aferres al amor, que mientras dure, la muerte dejará de ser protagonista de nuestras vidas.
El final ya no es de la película, es la realidad que nos espera.