De la Personalidad

Tengo en mis manos un libro titulado «El apasionante mundo de la personalidad», de las autoras Margarita y Violeta, la primera relacionada con la familia, la segunda si la he visto no me acuerdo.

Queridas Margarita y, por asociación, Violeta. Llevo 30 páginas leídas de vuestro libro, líbreme dios de hacer un juicio crítico del mismo, nunca, jamás me pongo estupendo llevando la contraria a cualquier axioma propuesto por los que se da por supuesto saben del tema un montón. Ya se sabe que un axioma no deja de ser una proposición teórica con una carga lógica incuestionable. Pero en lo leído en vuestro libro, hasta este momento, no he encontrado nada axiomático en plenitud, con la claridad meridiana que esperaba. Reconozco que un rasgo de mi personalidad es la falta de concentración, dicho lo cual se explica que de los muchos conceptos ya vertidos en esas 30 páginas, sólo me bailan en la cabeza unos pocos: a) que la personalidad es la característica invariable que define al ser humano ( y a mi perrita Lola), b) que la personalidad es maleable, y no necesariamente por aplicación de electro shock, c) que así nacimos, orgullosos o mal que nos pese, y así moriremos, d) que conocerse a sí mismo es el principio de conformarte a la carta, según los gustos del ambiente que te rodea. Decís, y se agradece, que todo esto no es tan sencillo como parece. Y esto, queridas, ya me indispone, porque me queda poco tiempo para intentar conocerme a mi mismo. Si mi personalidad, según Hipócrates (sic), depende del conjunto cuerpo y mente, ¿qué puedo hacer yo para cambiar mis humores: mi sangre, mi bilis, negra o amarilla, flema? ¿Cómo modificar mi temperamento: sanguíneo, melancólico, colérico o flemático si, como supongo, la Seguridad Social no prescribe aún medicamentos para establecer un patrón que no te joda la vida? Mirad. Yo me considero un ser responsable, intelectual pesimista, impulsivo, bastante pensativo, así que con esas mimbres voy tirando, y no tengo pensado ir al psicólogo.

Dais por definido «Carácter» como «la marca o sello de una persona». ¿Es esto contingente? Si es así, desde luego no somos una lavadora o un televisor. Que nuestro carácter se puede modificar, por nuestro deseo o deseo ajeno, abunda en la idea de que la personalidad es un traje que nos ponemos a medida de la «fiesta» en la que participemos. De ahí se infiere la existencia del cínico, falso, hipócrita, de cuya existencia vosotras, de momento, no he leído que sean envolturas de la personalidad.

Bueno, seguiré leyendo, aunque sin prometeros si llegaré al final; yo con estas cosas me suelo hacer la picha un lío.

Quimera

De las múltiples definiciones que se dan a esta palabra, me interesa una que conocí ayer por primera vez.

Un científico español, Juan Carlos Izpisúa al frente de su equipo, inyecta en embriones de los animales células madre de personas con el fin de avanzar en la generación de órganos para trasplantes. Esto, que, en sí mismo, ya parece una quimera, no lo es, en tanto que es realizable. Ellos, no obstante, lo llaman quimeras de humano y mono, un primer paso para el hombre y un gigantesco paso para la humanidad. De momento, y en china donde se autorizan estas practicas, dicen que está controlado hasta la linea roja que ellos mismos, bajo su conciencia, han fijado: producción de órganos compatibles con los seres humanos y a la carta. ¿Donde han puesto esa linea roja? Aseguran que no lo han intentado, pero no dudan que puede hacerse: que esas células madre humanas migren al cerebro del mono, o de cualquier otro animal, y, consecuentemente, la quimera resultante tenga conciencia humana. Como están asustados de esa posibilidad, abortan el experimento en la fase de gestación; destruyen el embrión antes de nacer. ¿Nos lo creemos?

Dado que los límites morales de estas prácticas se establecen entre humanos y otros animales, entienden que no son aplicables a experimentar entre animales más o menos emparentados. Y lo han conseguido en ratas y ratones. «Perfecto, lo tenemos», se habrán dicho satisfechos, y lo archivarán para tiempos mejores. Parodiando una pasaje de «La verbena de la Paloma», me atrevo a exclamar: ‘ hoy la ciencia avanza que es una barbaridad’. Pues eso, y también una «brutalidad» y una «bestialidad». Y por entonces esto se refería a que se podía tomar el aceite de ricino en píldoras, sin los efectos secundarios de mal sabor del líquido; era el año 1894. ¿Alguien de aquella época pudo pergeñar la quimera en una aproximación a la quimera que hoy me ocupa en este espacio? Por lo mismo, ¿Alguien hoy duda que dentro de, pongamos 100 años, las barreras morales se habrán relegado a no crear quimeras entre el hombre y la mosca (se han hecho películas)? Dicen del cerdo que sus órganos son muy parecidos a los humanos. Humanos cerdos ya existen, pero no se tardará en crear cerdos humanos. Y seguirá habiendo reticencias en comer carne de cerdo humana. Esa será la nueva linea roja, quizá.

¿Qué me sucede?

Comienzo a valorar la vida como nunca antes lo hiciera. Del derrotista «la vida es una mierda, y encima te mueres», he pasado a «la vida es un tesoro hasta que te mueres». ¿Por qué pienso que la vida es un tesoro? Porque nada es comparable, porque su valor es inmenso, porque se cuida, se protege, se pelea por ella contra todo intento de robártela.

Estoy sentado en el water. El iPhone al lado, como siempre, para que ese momento no sea una pérdida de tiempo. Lo cierto es que abrirlo es la pérdida de tiempo más evidente. Una minúscula hormiga llama mi atención. Corretea por el limpio suelo desorientada. La sigo. En ocasiones se para ante algo más minúsculo que ella. Por unos segundo me parece que ha encontrado comida, pero la pequeña hormiga desiste, aquello no debe ser comestible. Me pongo transcendente.¿ Esta hormiga es lo más simple como ejemplo de vida? Es tan pequeña que, en ocasiones, mi vista deja de enfocarla y pienso en lo fugaz de la vida. Pero vuelve a aparecer, incansable en su búsqueda de algo que pueda comer, supongo. Pero el suelo esta limpio y, a penas, si habrá alguna mota de polvo comestible. ¿No tiene sed? ¿Dentro de su pequeñez tiene un cerebro que rige sus instintos? ¿Cuál es su destino como testimonio de una vida con significado? ¿Por qué está sola, se ha extraviado del hormiguero? Ante tantas preguntas que me sugiere su existencia, concluyo que debe ser uno de esos desperdicios de vida que nos rodea por todas partes. Morirá sin remedio en poco tiempo, la vida es un proceso que hay que alimentarlo continuamente, no es un mecanismo perfecto, es energía. En otra ocasión quizá le habría puesto el pie encima, como ante cualquier insecto que se atreve a ocupar mi espacio protegido.

Me levanto del water y voy a la cocina. Cojo una miga de pan y vuelvo al cuarto de baño. Recorro el suelo con la mirada y nada se mueve. ¿Dónde has ido, vida, vengo en tu ayuda? Sin esperanza de volver a verla, tiro la miga en el suelo y me voy.

En otro momento del día el water me llama. ¿Qué hay de nuevo? Es impresionante. Una legión de hormigas minúsculas tapan literalmente lo que supongo es la miga. Otra fila sin fin de hormigas van y vienen de alguna parte a la miga. El origen primario de la vida era aquella pequeña hormiga solitaria, luego vino la explosión de vida que contemplo.

Ahora ya sé cual es el significado de la vida: vivir. ¿Sabré entenderlo así para mí mismo?

Have You Ever See The Rain

Ni importa. No es preciso que el mensaje te diga algo que comprendas. Es el conjunto de voces y sonidos musicales los que forman una pieza única. La escuchas una y otra vez, y eres tú el que se figura la historia. No es tu historia, si lo fuese, probablemente, no le llegaría al corazón de nadie, ni siquiera al tuyo. Por eso decía que perdía el tiempo con mis historias. A nuestro alcance hay infinitas que te arrancan una lágrima, un suspiro, una nostalgia de algo nunca vivido, pero que una canción te hace sentirla.

De la banda sonora Little big lies. extraigo ésta con la que finaliza la serie. Otras versiones, la de Rod Stewart es, igualmente, motivadora. Yo prefiero ésta

Have You Ever Seen the Rain (feat. Paula Nelson) | Big Little Lies: Season 2 OST – YouTube

Michael Kiwanuka

Pocos lo conocen, quizá sí su música, si han visto Big Little líes, una serie que abre sus capítulos con una de sus canciones, Cold Little Herart. La serie es buena, la banda sonora es extraordinaria. Pero esta canción es especial, porque te atrapa, te sosiega, te envuelve en otra historia en la que te sientes flotar. Hay videos en Youtube con diversas versiones, alguna con subtítulos en Castellano. Y ahí voy. Porque el relato que hace la canción es todo menos un modelo de comprensión literaria. Vale como lamentos, que en la voz de Kiwanuka suenan desgarradores. Uno empatiza con su dolor, sin saber bien qué le aflige. Y sientes un dolor placentero, parecido a un orgasmo que se repite y repite hasta vaciarte.

Bueno, pues hoy comparto con vosotros mis sensaciones. Aquí os dejo Cold Little Heert, de Michael Kiwanuka.

Michael Kiwanuka – Cold Little Heart – YouTube

Estoy empezando a pensar que pierdo el tiempo que me queda metido en mis propias historias.

¡Que viene el lobo!

“Alaska, el lugar más bonito del mundo, Se nota que el aumento de la temperatura de las aguas está cambiando los peces que hay allí. Y eso está afectando a las migraciones de los pájaros que comían esos peces. El permafrost [la capa de tierra que permanece congelada continuamente] se está derritiendo y quemando y liberando el metano, hay incendios porque está muy seco. La temperatura está subiendo mucho, se está derritiendo el hielo y los osos polares no tienen dónde vivir. Y en poco tiempo el deshielo de los glaciares va a ser mucho más fuerte. Los sistemas marinos están perdiendo la capacidad de absorber CO2 y producir oxígeno, y los vertidos y emisiones de la industria contaminan el agua y la comida. Ahora el cambio climático no es una idea abstracta de futuro para otras generaciones. Está empezando ya la transformación. Ya estamos en un colapso climático y con este rumbo vamos al desastre. Por eso tenemos que actuar urgentemente y por eso estamos en crisis”.

El que dice esas cosas es el capitán del Rainbow Warrior, Joel Stewart, el barco insignia de «Greanpeace». Un ecologista al que se le debe haber fundido la cabeza, y desvaría.

¿Quién le manda meterse en camisa de once varas con soflamas de ese tenor? Pero supongamos que está en lo cierto y no exagera. ¿Qué coños me importa a mí que se fundan los polos, que los osos pasen a ser los mamuts de la era actual, que suban las aguas equis centímetros o metros y aneguen las costas, que tengamos olas de calor insoportables, sequías que desertizan vastas zonas otrora vergeles, que se extingan especies que no saben soportar los cambios, que aparezcan nuevas enfermedades, que desaparezcan los glaciares que yo n nunca visité ni me importan, que se declaren guerras por la posesión de los escasos recursos, que la economía sea un caos, que el ecosistema se vaya a la mierda, etc.?

Todo lo anterior forma parte del pensamiento único de la humanidad, salvo raras excepciones, así que yo no voy a ser menos, si para cuando eso suceda ya podremos vivir en Marte.

Para qué preocuparse, si hay infinitos lugares a donde ir. La Tierra ya es una puta gastada, de tanto joderla.


¡Oh, soy humano!

Me creía algo fuera de lo común. Según iba perfilando mi obra de enlosado, veía en ella la partitura de una ópera prima; ahora, una vez terminada y tiempo contemplándola, observo unos acordes que desentonan. Vi, también, esa obra literaria que aparece bien construida en su conjunto, pero que entrando en el detalle, tiene notables faltas de ortografía. En algunos casos, en el lienzo se aprecia la sustitución del fino pincel por trazos de brocha gorda, impropios de una obra pictórica excelsa. Imposible corregir los defectos, tendré con conformarme con que mi hija no me llame chapuzas.

Ahora tendré que pensar en ser genial en otra cosa, porque la dedicación a enlosar el jardín de mi hija ya no me invita mirarme el ombligo.

Y el tiempo corre en mi contra. Ser genial no se improvisa, no es de nacimiento. Si así fuese, ya hubiese tenido ocasiones de mostrarlo, y no ha sido así. Y no es porque las buscara y no las encontré, es, sencillamente, que siempre lo dejé para otra ocasión, como si de un momento de inspiración se tratase. Y ahora, ante esta ocasión fallida, me queda poco tiempo para que, mirarme al ombligo, sea un premio de consolación. Paca, querida, es que mi ombligo sigue siendo bonito, y algo es algo, ¿no crees?

En estas estoy, mirándome el ombligo

Si en algún caso mereciera la pena mirarme el ombligo, no sería por tener una lectora en Japón, o en Uganda, Ucrania, Uzbekistan o China, por señalar algunos lugares exóticos que no hablan mi lengua; el resto es, aún, menos meritorio, por lo que ni siquiera me desnudo para mirármelo.


Ser un magnífico escritor, un gran músico, un excelente pintor no fue la gracia con la que me adornó el destino.

Tampoco sería motivo considerarme un buen constructor de casas, que lo fuí tiempo ha.

Ni por ser guapo, un buen amante, inteligente.

Es en esta manifestación, la de albañil de ocasión que sólo tiene que colocar una losa de barro a continuación de otra, usar el nivel, sufrir que mi hija siempre encuentra algún defecto, en la que me miro el ombligo y me digo: «José, siéntete orgulloso, esto que haces es un poema excelso, una novela excelente, una sinfonía maravillosa, una obra maestra se mire como se mire». Lo siento, mi querida Paca, pero tengo motivos para mirarme el ombligo. Sólo por esto.

LGTBI y otras cosas lógicas

Los chicos, chicas y algunos carrozones y carrozonas homosexuales, gays, etc., tuvieron ayer su día grande, El Orgullo. La calle se vistió de colores, creo de arco iris, y ellos y ellas y todo lo contrario se exhibieron tal cual. Las teles les dieron imagen, difusión de eslóganes y fueron portada de todos los medios de difusión. Pues muy bien, nada que objetar. Parto de que la libertad es un bien superior, superior incluso al buen gusto, la estética y cualquier opinión que ponga en tela de juicio el derecho a ser lo que se quiera ser. Pero desde este lado también la libertad me ampara, me exige un posicionamiento ante el acontecimiento. Y si para ellos es continua la lucha por la libertad, para nosotros, para mí, también es una lucha. ¿En qué sentido? Cuando un hetero quiere opinar, le tiemblan las piernas. Es muy probable que cualquier opinión que raye en la crítica será considerada fascismo puro y duro o homofobia en su término más blando. Y se cuidará de tener una opinión pública, su libertad no da para esos desahogos.

Que yo no apago la tele porque se dé in extenso el recorrido por las calles del Orgullo, es natural en mí. Que no escupo cuando dos hombres o dos mujeres se besan en publico, es natural en mí. Que veo sin desagrado videos homo-porno, de vez en cuando, como veo otras cosas que chocan con mi concepción de la vida equilibrada, es natural en mí.

Pero estoy en mi derecho o reclamo la libertad de poder salir del armario que la constriñe, por temor a ser demonizado si no estoy al día en la complacencia ante ciertas realidades, forzadas o no.

La antropología, «esa ciencia que estudia al ser humano en su forma integral, de sus características físicas como animales y de su cultura, que es el rasgo único no biológico (WP)», no excluye, por definición, la manifestación homosexual en el ser humano. Salvo cuando es utilizada con fines perversos, como cuando, desde la política, se pretende la pureza de la raza humana, entendida como tal pureza la manifestación unívoca de los comportamientos «naturales». Y por vía de eliminación se extirpa cualquier desvivió de esa conducta.

¿Dónde estoy yo? En mi condición de heterosexual puro, aún no me atrevo a salir de mi armario; eso sí, estoy deseando salir. Ahora, sería temerario.

Canto fúnebre por mis tres rosas

vi cómo la vida se apagaba

vi vuestros pétalos marchitos

olí la fragancia ausente

recordé la belleza efímera

uno, dos, tres riegos extras

alimentación asistida

el soplo de mi aliento

ánimo, pequeñas, no desfallezcáis

aún os quedan días de gloria

todo fue en vano

Vivaldi tocó otra sonata


¿dónde van las rosas muertas?

para qué querer ir al cielo

si allí no han de estar mis tres rosas

yo os daré una segunda oportunidad

Viviréis en mi recuerdo.

con todo mi amor, pequeñas.