Esa guerra, ¿qué guerra?

Llevo algún tiempo varado, la edad, los problemas de salud, una apatía que se ha establecido en mí, no sé. Pero algo sucede en el mundo, inesperado. Había un enemigo común, del que se hablaba y se escuchaba a todas horas. Perecía que estábamos al principio del fin de la humanidad, o una buena parte de ella. No me motivaba, era la naturaleza la que actuaba. Pero, sin esperarlo como digo, algo me despierta y me obliga a ponerme de nuevo ante mi ordenador para hacer acto de presencia y decir lo que pienso, o lo que siento, o lo que se me ocurre.

Han pasado muchos años de la Segunda Guerra Mundial. Nada hacía pensar que, con el enemigo invisible instalado en la casa universal, los seres humanos volvieran a las andadas. Ya la pandemia apenas si ocupa un lugar en la información. Ahora se habla de una guerra, una guerra como otras muchas en las que la humanidad se ha visto protagonista. No es una guerra local, o una guerra unilateral iniciada por Rusia contra un país vecino, Ucrania. No nos engañemos dividiendo el mundo en buenos y malos. De la guerra que hoy hablamos es más una actitud propia de los seres humanos. Sabemos cómo ha empezado, pero no sabemos cómo terminará. ¿Puede la humanidad inmolarse sin gran motivo aparente? Y cuando digo la humanidad, me refiero a la humanidad entera que habita en esta Tierra. Ya lo creo que puede. ¿Para qué, si no, el arsenal acumulado de ojivas nucleares capaces de destruir la humanidad mucha veces? Con una posible vez que se destruyera ya era suficiente. No, alguien podía quedar vivo, y no se podía consentir. Esa es la realidad de unos seres que la creación les dio privilegios y que ahora usan para destruirse. ¡Malditos humanos! Deben gritar todos los demás seres vivos, que nunca tuvieron al alcance la posibilidad de defenderse.

Y en es grito desesperado quiero unirme, aunque también yo esté incluido en ellos.

After Life

El título de esta entrada se corresponde con el título original de la serie de Netflix. En la versión en español, lo han traducido como «Más allá de mi mujer». No es una traducción literal, obvio, pero dado que ni el título original ni el traducido responden, según yo, al contenido de la serie, me da igual uno que otro. Si los pongo, es porque alguno se muestre interesado en verla y la puedan encontrar.

Bien, la serie la he visto en tres o cuatro sesiones maratonianas. Son, en total, 18 capítulos, cortos, eso sí. Es una de esas ocasiones en las que sientes fascinación por lo que ves, y aunque no lo comprendas, es como cuando de niños te fascinaban los cuentos. Este es un cuento para mayores sin reparos, y no es porno ni ideológicamente perverso, es una historia inverosímil pero que te lleva a creer que es real.

¿Y por qué? Pues porque los personajes que pululan por ella son anormales, pero como son todos, no se puede establecer categorías. De modo que una vez estás en ella, participas de esa anormalidad como si fuese normal. El resultado es que te parece creíble y todo te resulta consecuente con un tipo de humanos que no dejas de pensar si son el eslabón perdido de los primates. Te hacen reír, llorar, pensar, no se les puede pedir más. A los actores tampoco, son geniales. «Más allá de mi mujer» debe tomarse no en sentido figurado, es que siendo el nudo de la serie, ésta trasciende a personajes que , accidentalmente, pasan por allí, y que cada uno de ellos es una historia completa, igualmente tonta, pero verosímil.

Si hubiese un lugar así en la realidad, me gustaría vivir en él; no debe haber mejor sitio para ser tonto, si todos los demás son tan tontos como tú.

No estamos solos

La frase del título de esta entrada se repite cuando especulamos que seguro hay otros seres inteligentes en otros lugares del Universo. Puede ser, ni lo afirmo ni lo niego. Pero nunca nos referimos a otros seres con los que convivimos en esta Tierra nuestra. ¿Qué o quiénes son esos otros seres que englobamos en el calificativo de animales? No son piedras, no es agua, no es aire, aunque tampoco me atrevería a descartar estos tres elementos. Pero no es necesario imaginar, si no tenemos los conocimientos físico-químicos. Hoy me ha llamado la atención un video que dejo aquí. Quien lo vea puede que reaccione como yo: decir que estamos solos referido a los seres humanos únicamente, me parece pretencioso y no real. Porque sólo observar a los animales que aparecen en el video, nos debería definir de forma más generosa y amplia ese «estamos solos». Yo trasciendo la definición y me digo: cualquier forma de vida observable o no en la Tierra, debe tener derecho a mirar a las estrellas y preguntarse: ¿estamos solos? Y también: ¿estos seres vivos tienen , en caso de que existiera, derecho a una segunda oportunidad más allá de esta vida? Son preguntas que se definen como escatológicas, obviamente en su acepción teológica. Pero dudo que la teología, en su variante escatológica, que estudia el destino final del individuo y el universo, así como estudia al ser humano después de la muerte, se haya ensuciado ( otra acepción de escatología)  incluyendo estos otros seres, ni siquiera contemplándolos en su similitud con los humanos.

En fin, es una divagación mía que invita a mis lectores a tomar una posición al respecto. Pero aceptaría que pasarais del asunto y os aferrarais a la escatología más pura: sólo el individuo que consideramos humano trasciende, y a continuación, eso sí, os ventilarás el hedor que emana de vuestros cerebros.

Titulo en español: «Animales que actúan como humanos»

¿Por qué te he abandonado?

Y estás ahí, siempre presente. No, no te he eliminado de mi vida, sólo que ya no te presto la atención. que mereces. El amor se extingue, como casi todo. Yo te amé hasta la extenuación. Ocupabas casi toda mi vida. Aun recuerdo aquel tiempo. En ti volcaba todo mi ansia de ser amado con la misma fuerza y pasión. Y, sin embargo, no sé qué pudo suceder. Poco a poco, al mirarte de soslayo, no me detenía para abrirte a mis deseos. Había en torno a ti otras que, quizá para olvidarte, sí me atraían, las abría, las contemplaba y, en ocasiones, sin rubor me entregaba a ellas. Pero no era creativo en mi forma de amarlas, sólo llenaban mi tiempo valdío, mi abulia; no, mejor mi anhedonia, esa falta de placer por las cosas que te ofrece la vida. Y de esa forma incruenta, la vida se ha convertido en un final más que un principio.

Hoy he querido dejar este testimonio, si no de amargura, sí de la frustración del que no supo amarte como tú merecías. Quizá aún quede algo más que decirte, pero ya no será apasionado. Ya no volverán los viejos tiempos en que toda tú llenabas mis sueños. Antes dije mi vida, y no es cierto, sólo eran mis sueños. Ahora comprendo lo que sucede, y es que los sueños al despertar se convierten en vida, y una vida sin sueños es sólo dejar que el tiempo se agote, se diluya en fluidos que se evaporan.

Tú, otrora mi querida página web, permanecerás quieta, esperando que otros ojos te miren de soslayo y, en ocasiones, quizá te lleguen a amar. Pero de ese amor yo ya no sentiré el placer que en otros tiempos me proporcionaste. Ya sólo espero que, como quedó escrito Gustavo Adolfo Bécquer, «¡Cuántas notas dormían en sus cuerdas, como el pájaro duerme en las ramas. esperando la mano de nieve que sepa arrancarlas». O se perderán, como también dijo el poeta, «cuántas veces el genio así duerme en el fondo del alma, y una voz , como Lázaro espera que le diga: ¡levántate y anda!».

¡Ay, Reyes Magos!

Leí el titular de un periódico (no entré en el fondo porque era de pago), que rezaba así: «No existieron los Reyes Magos, y menos que hubiese un rey negro». Recordé que ciertamente esas figuras cuasi mitológicas estaban ya devaluadas por la aparición, importada, de otra figura que, para los niños, venía a ser como un primo inter pares que les quitaba trabajo a los Reyes: Papá Noel. Este no existía cuando yo era niño, y los Reyes siempre pasaban de largo por mi casa, quizá porque no cabían por la chimenea o porque en mi casa no había chimenea, no lo recuerdo bien. El titular que menciono me devolvió el sosiego del que venía careciendo en estos días, señalados». Si por entonces no había Papá Noel y los Reyes Magos no existían, entonces yo, niño, era menos tonto que los demás niños a los que les traían regalos. Claro, como niño que era, yo no comprendía por qué a mi no me dejaban nada, no podía ser porque fuese un niño malo ni porque dejase de escribirles una carta anónima que mis padres no leían, así que, como escribí en otra ocasión, para no parecer menos que los demás, yo mismo me fabricaba algo: una pistola de madera que, con una goma, me permitía hacer ruido con los restralletes que compraba con una perra gorda (la siguiente a la perra chica en las monedas de curso legal). Entonces era impensable que un titular así apareciese en un medio público de comunicación. No había hogueras para los herejes, pero casi. Gracias a que los tiempos van dejando las cosas en su sitio real, las ilusiones perdidas son hasta reconfortantes, pues consiguen convertirse en ilusiones fatuas. Y hasta consiguen que de paria de aquel tiempo, me sienta hasta un privilegiado, pues ya mi historia no tiene pasajes en blanco y negro.

Un deseo

Queridos amigos, amigas, lectores ocasionales de mis cosas, a punto de terminar el año, voy a haceros una confesión: no estoy seguro de estar por aquí el próximo año, pero si no me veis porque no aparezco por esta página, os prometo volver al año siguiente y contaros dónde he estado. Claro, como digo en el título, se trata de un deseo. Y para todos vosotros, lo mismo, con una pequeña diferencia, que en este caso mi deseo es que todos estéis por aquí el año próximo.

Jose

No mires arriba

Titulo de una peli que acaba de subir a la plataforma Netflix.

No acabo de entender, comprender, asimilar el sentido autocrítico de los amiericanos, me refiero a los norteamericanos. Incluso aceptando que es una parodia, es impensable que algo así se permitiera en otros paises con los mismos o parecidos trapos sucios que quedan con el culo al aire en esta película. Impensable iluminar con focos de estudio fotográfico a los personajes que encarnan actores de primera fila, si no es porque USA ya nos tiene acostumbrados a enseñarnos todo aquello que en otros lugares puede que sean parecidos, pero que los que mandan no permiten que se enseñen con tanta claridad. Pareciera una vanidad, pero es tan fuerte el contenido de lo que muestra la película, que supera todo exhibicionismo bienintencionado. La peli tiene el título apropiado: NO MIRES ARRIBA. Todo se cuece abajo, a ras de tierra, ¿para qué preocuparse de lo que se nos puede venir encima? Que es un meteorito, ¿bueno y qué? Se le empuja con cohetes para desviarlo de su orbita y que la Tierra lo vea pasar de largo. Que es un cometa de 5 kms de ancho, nada, unas cuantas bombas y deshecho en mil pedazos inofensivos que se convertirán en polvo al entrar en la atmósfera. En cualquiera de los dos casos, los políticos, los mas media, los poderosos económicamente, tratarán de sacar de ello algún benefcio, aunque los científicos les digan que lo probable es que destruyan la Tierra o la humanidad al completo. Eso no entra en sus cálculos. Los políticos se dirigirán al pueblo y les dirán que ellos velan por su seguridad, que no se preocupen. Los mas media estarán al tanto de cómo conseguir más audiencia. Los poderosos economicamente, verán si esos extraños cuerpos celestes les propocionan elementos escasos ya en la Tierra. Y el pueblo, que no se da cuenta de estar siendo manipulado, sigue su vida sin ver el peligro que se les viene encima, porque sólo lo han dicho unos científicos chiflados que no han tenido eco en los estamentos dirigentes de la nación. La peli va de esto, pero incomprensible que USA nos ponga delante de los ojos a una presidenta ninfómana, con una cohorte de asesores que le rien las gracias y le pasen los resultados favorables de las encuestas. Que los mas media se permitan hacer previsiones chuscas que atraigan lectores ávidos de nimiedades. Que los poderosos, sólo calculan el maná llovido del cielo. Que el pueblo llano siga con sus rutinas. Que los científicos se desgañitan para hacer llegar sus previsones totalmente fundadas, sin exito y hasta considerados unos alarmistas. La Tierra la creo Dios para ser morada del hombre, de los animales y de las plantas, Dios no permitirá tan vulgar destucción de su obra. También esto se dirá a los feligreses de cada religión. ¿Quién dijo que la religión es el opio del pueblo? Pues nada, así se consigue que duerman tranquilos cuando se van a la cama.

Ya no digo más. Algún lector estara en acuerdo o en desacuerdo. Yo, personalmente, sólo digo que si algo ha de suceder como lo que muestra la película, bien venido sea, nos lo habremos ganado. Es que visto en perspectiva, esta Tierra ya es de lo peor que existe en el Universo.

Una de Hackers

Acabo de ver una serie, Mr. Robot, en Netflix. Podía ser una serie de ciencia ficción, pero contiene elemento de sobra probados y reales que la convierten en un posible reality show de ahora no descartable en absoluto. ¿Y que viene a decir esta serie? Primero, que los actores son muy buenos, creibles. Segundo que la serie está muy bien realizada. Tercero, que engancha porque es algo que está, aunque difuso, en la humana conciencia. No voy a pecar de spoiler si digo que el argumento es o trata de una joven prodigio que trabaja en una empresa que intenta evitar los hackeos. Pero el joven es un soñador con una doble personalidad, y una faceta suya es que, por razones no muy claras, está desconteto con el mundo tal y como funciona. Los hay muy ricos, los hay muy pobres, y él quiere acabar con eso. El quiere un mundo nuevo en el que no haya explotadores, los menos, de una mayoria de humanos explotados. Para lograrlo, se sirve de sus dotes en el manejo de los ordenadores. No es tarea fácil, aunque para eso están los guionistas de las pelis, que no les resulta complicado hacer lo dificil fácil. Pero en este caso se puede hasta perdonar que el resultado sea, hoy por hoy, algo imprevisible a la escala en el que aqui se presenta. Hay otros aspectos en la serie que se entremezclan: amor, sexo, crímenes, lenguaje inapropiado, conflictos familiares, etc. Pero todo esto entra en lo que podemos llamar normalidad, de ahora y de siempre. El meollo de la serie sigue siendo el hecho de que lo que se llama hackers, hackeo, es algo que está ahi, invisble, en ciertos casos de efectos devastadores, aunque sea considerado distópico hoy por hoy que algo asi pueda suceder.

Pero se puede sacar una moraleja de esta especie de fábula: el mundo funciona mal, aunque los políticos se empeñen en lo contrario, y no es de extrañar que alguien pretenda poner remedio y crear un mundo nuevo. Otra cosa es que en la peli no se contemplan los efectos secundarios si se raliza algo así. El cuerpo humano convive con bacterias y virus, unos buenos y otros malos, en lucha permanente por acaba con el individuo o salvarlo. Todo depende de las fuerzas que dirimen la situación. Eso sí, la serie nos pone sobreaviso. El mundo es como un individuo, amenazado o salvado por elementos inerentes que forman su estructura. Habrá que estar atentos a lo que el futuro depare, que lo más probable, como con el individuo, es que el mundo que concemos, en al futuro sea irrreconocible si no muerto. No necesaiamente por agentes externos, nosotros mismos somos esos virus o esas vacterias buenas y malas, ellos y ellas nos dirán quienes tienen mas poder en su desempeño, salvarnos o acabar con nosotros. Al fin y al cabo, todo parece tener un fin: morir. Mientras tanto, podemos soñar con ese mundo nuevo.

La ciencia y la esperanza

Que la ciencia parece desvocada y nos ofrece nuevos y sorprendentes hallazgos es algo evidente, aunque ya, acostumbrados, nos pase inadvertido. Todo esto me lo sugiere un hecho fortuito e inesperado. Quizá debía haberlo sabido, pero no fue este el caso.

Llevo conmigo un reloj de muñeca, si así puede llamarse, que no sólo da la hora como un reloj convencional, es que, además, es un ordenador en miniatura con unas 35 aplicaciones, que no voy a detallar porque son todas las que cualquier ordenador o teléfono tiene y cualquiera puede saberlo con sólo mirar las aplicaciones del suyo. Pero es que, además, y aquí la ciencia da un salto cualitativo, cuantitativo y sorprendente, este reloj anteayer me mostró algo de lo que es capaz y que no sabía. Resulta que estaba haciendo algo en el jardin y di un traspies que hizo que perdiera el equilibrio y cayera al suelo, no recuerdo si di con la cabeza en el suelo o con alguna otra cosa. El golpe fue leve, pero al poner mi mano sobre el lugar del impacto, esta se manchó de sangre. Normal, estaba siendo tratado de un trombo con heparina, que diluye la sangre, y cualquier herida, por pequeña que sea, abre paso a la sangre como si fuese agua. Pero esto es previsible, antes y ahora. Lo que ya no parece entendible, si previamente no lo sabemos, es que mi reloj emitió un sonido. La sangre ya no me importó, y miré la pantalla del reloj. Sorprendido, no lo podía creer: allí decía, «Se ha detectado que has tenido una caida, elige una de estas opciones si necesitas asistencia: llamar a un familiar, llamar al servicio de urgencias de tu localidad o decir que estas bien y no necesitas ayuda». Resulta que la maravila no terminaba ahí, porque después supe que si no le daba a la opción ¨Estoy bien…», el mismo reloj se ponia en contacto con un familiar o llamaba a una ambulancia, sospechando que habia perdido el conocimiento». No es ciencia ficción, aunque uno ya no sabe qué pensar sobre algo que no parece tener explicación. Quiza todo sea más sencillo de lo que parece, pero he aquí que para alguien como yo, esto bien podría ser motivo de una descripción fantástica digna de una historia de ciencia ficción. No, no es nada de eso, es una realidad, una muestra, quizá pequeña, de lo que la ciencia está logrando sin pausas de cien años, cada día, aunque esa misma ciencia aún no ha conseguido vencer muchos problemas que padece la humanidad y que, en muchos casos, no se resuelven con nigún tipo de asistencia. La lista de ellos, la dejo que el lector la elabore, porque no debo caer en la tentación de hacer mi propia lista, vaya a suceder que me he olvidado de algún problema personal que padece alguno de mis lectores.

Por supuesto, el reloj es de una marca conocida y cualquiera puede disponer de él si lo considera de utilidad, utilidad vital, diría yo.

El lenguaje ininteligible

Comienzas a ver una serie. Tienes la impresión de que te atrapará, aunque tenga 40 capítulos. Con frecuencia este tipo de series son confusas en el planteamiento del tema. Los personajes parecen bien definidos desde el principio, pero es una ilusión. Al ser personas de carne y hueso, no tienes duda de que actuan como tales y no como robots o extraterrestres. Los sigues en sus peripecias, pero podrás darte cuenta que apenas entiendes lo que dicen o piensan. El lenguaje no es plano, no es coloquial, no es culto, quizá, en ocasiones es vulgar. El capítulo continua volcando imágenes, pero muchos diálogos te resultan incomprensibles. Tú sigues esperando deducir qué quieren decirnos, pero rara vez le coges el hilo. Y aún así, no cierras la pantalla donde estás visualizando esa serie. Cuando termines, no podrás hacer un resumen de lo que has visto, porque si te atreves, quedarás como la persona que ha oido campanas, pero no sabe de donde vino el sonido. Si alguien te preguntara de qué iba la historia, lo más probable es que tu lenguaje ante tu interlocutor sea parecido al que has estado escuchando. Y no es una consideración personal, que pudiese ser discutible. Invito a que lean las críticas de los supuestos entendidos en esta materia y verán que apenas si coinciden. No se desanimen por esto que digo, también yo hablo, a veces, para que no se me entienda.