Diario de una puta-3. ¡FINAL!

 

Ya fui a mi ginecólogo para la revisión de rutina. Con él tengo más confianza que con el de la Seguridad Social, al que no me atrevo a decirle que soy una puta, pero mira si lo sabrá, porque mi trabajo deja huella»¿Qué tal, María, cómo te encuentras?» me saluda cariñoso Don Carlos. «Yo creo que bien, Don Carlos, pero usted sabrá.» «Bien, ya sabes , avisa cuando estés preparada.»

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Diario de una puta 2

Continúa, María, escribiendo su diario, lo hace en un papel con bolígrafo y lo deja en el buzón de mi casa. Sus vivencias me han parecido poco originales, pero pocas veces fueron contadas por la protagonista. Como es de suponer, María nunca pensó en escribir nada y menos publicarlo. Desde casa espié  su llegada al buzón, y salí a su encuentro. “Hola”, le dije, «¿qué metes en mi buzón?”. Se puso nerviosa,  y con palabras entrecortadas, me dijo: “es que… escribo mi diario y… me gustaría verlo en el interné.” «¿A qué te dedicas?”, le volví a preguntar. Vacila, pero no baja la cara. “Soy puta”. Un poco sorprendido de su franqueza, le digo para tranquilizarla: «Bueno, un oficio como otro cualquiera. «¿Y quieres que yo te lo publique?” «Es que una compañera dice que usted es escritor y que pone cosas en el interné.” «Vaya, no sabía que tenía lectoras que fuesen putas. Me alegro, ya sólo me falta que me lean maricones, y me daré por  satisfecho. Vale, ¿y cuánto tiempo va a durar tu diario?.» «Pues hasta que deje el trabajo.” «Muy bien, te editaré lo que me vayas dejando, aunque no sé si yo duraré tanto como tu trabajo.” 

Y así fue que comencé a poner el día a día de María en mi blog, nunca pensé en  la  colaboración de un personaje que se contaba a sí mismo. Podía ser interesante.

 

***

Ayer fue domingo. Los domingos baja mucho la clientela, parece que porque los hombres, mayormente, hacen vida en familia: salen a comer, van al cine, se reúnen con amigos, no pueden excusarse de llegar tarde a casa llamando a sus esposas por teléfono: «Cariño, llegaré tarde, tengo trabajo atrasado, cena y acuéstate. Dale un beso a los niños. Te quiero» ¡Qué bonito! Los que se acercan  por mi esquina los dias que son fiesta  son viudos, solteros y degenerados, pero si quitas los casados, la cosa  vaya que se nota.

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El escritor y su fantasma

Creo que he escrto ya bastante con el escritor como protagonista: «Escribir desde la libertad», «El escritor malogrado», «El escritor atribulado», y quizá alguno más que se ha perdido en mi memoria y que, de existir, estaría aquí, dormido, esperando la mano de nieve  que lo despierte. Sin duda el escritor es un personaje multifacético, que puede dar juego al escritor falto de ideas y para salir del paso. Un escritor, si es consecuente con su oficio y vocación, tiene la obligación de escribir sobre cualquier cosa. Afortunado que cuando empieza una novela ya tiene el quehacer señalado por unos cuantos días, meses, años. Luego, dependerá de él si lo escrito ha valido la pena. Hoy no escribo una novela, ni se me ocurre un cuento, ni tengo el corazón partido para escribir un poema,  ni una carta, nada. Recurro, pues,  al comodín que me permite seguir la jugada; tampoco es necesario ganarla.

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De cómo hoy no necesité imaginar

Acabo de asistir a un espectáculo insólito. Mi perrita, Lola, corría alocada de un extremo al otro del jardín. De pronto se paró como si hubiese encontrado algo que tenía por seguro estaba allí. Era un pollito de mirlo que, ansioso de independencia, se habría tirado, prematuramente, del nido. No tenía recursos de defensa. No volaba, aunque pude comprobar después que corría, corría veloz, cuando intentaba zafarse de mi perrita. Le grité: ¡Lola, Lola, ven aquí!. Pero Lola estaba ente la ocasión que le impulsaba su instinto cazador y no me hacía caso. El pollito chillaba. Al fin pude sujetar a Lola y apartarla de su presa. La reñí, pero no debió comprenderme. El pollito se había refugiado detrás de la valla, estaba a salvo y dejé a mi perra en el suelo. Siguió enloquecida de una punta a la otra de la valla, hasta que debió comprender que aquel no era su día.

Hasta aquí nada parece insólito, todo responde a esquemas establecidos por los animales. Lo insólito fue la secuencia siguiente.

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El hombre que nunca soñaba

Llevado de la soberbia

levanto la vista al cielo

y con boca estropajosa

sólo pudo escupir hielo

Y sin saber por que lo hizo

El cielo  devolvió el cumplido

con una lluvia de granizo.

 

Su soberbia no tenía límites: arrogante, prepotente, orgulloso, altivo, altanero, vanidoso. La humildad y la modestia eran para él enfermedades del espíritu. Era tan grade su autoestima, que con frecuencia miraba detrás de él para ver si la había perdido. Cuando alguien le llamaba soberbio, él siempre respondía: y tú humilde, signo claro de debilidad enfermiza.

Siempre se estaba probando a sí mismo con cualquier cosa en que reafirmara su soberbia, así conseguía mantenerse en forma.

Le faltaba probar que esa actitud, puramente postural ante los demás, necesitaba ser completada  con una prueba definitiva.

Trató de recordar si  alguna vez se había enfrentado a algo o a alguien, y no le quedó claro cómo salió del reto.  No era fácil que se aviniera a reconocer que hubo una ocasión, sí, que se creyó, si no vencido, algo que no entraba en sus esquemas,  no claramente vencedor.

Al fin creyó tenerlo. Estaba paseando por el parque, cuando vio un banco vacío donde sentarse. A él se dirigió y, sentado, miraba las personas que, al igual que él, paseaban sin otro fin. Por su expresión ausente, aquellas personas no tenían para él ningún significado como para dedicarles mayor atención, y pasaba de unas a otras como el que mira  las fotos de un álbum y que ninguna le parece nueva. Así siguió por quince minutos y ya se disponía a reemprender el paseo o regresar a casa, cuando después de pasar una pareja con un bebé en  el carrito, diez metros atrás apareció una silueta que llevaba un perro  sacado a pasear. Algo debió llamar su atención, que hasta se esforzó en concretar de qué se trataba. Era una joven de uno veinte y pocos años. Rubia, con la melena suelta por encima del hombro. Esbelta pero con curvas sugerentes. Vestía una falda corta vaquera, un palmo por encima de la rodilla, un suéter ajustado que servía para enmarcar sus senos. Su cara, que se volvía con frecuencia hacia su perro para ver por qué se detenía o tiraba de ella en otra dirección, aún no la había definido. A llegar a la altura del banco, la joven hizo un quiebro en la dirección que andaba y se dirigió a él. A medida que se acercaba, pudo ya percibir las facciones de la joven. Para él la belleza en las personas sólo representaba lo que la persona pensaba de sí misma. Lejos de su costumbre de no estar interesado por nadie, por primera vez se sintió atraído por alguien que no era el mismo., y sostuvo la mirada midiendo a la joven de arriba a bajo mientras se acercaba. La joven, por todo saludo, esbozó una sonrisa , y cuando ya estaba a un paso de él y del banco, preguntó:

–¿Le molesta el perro?

–Depende de lo educado que esté –le contestó

–No se preocupe, está muy educado –y la joven se sentó al tiempo que ordenaba a su perro hacer lo mismo.

No hubo más intercambio de palabras, pero él sí notó que un flujo indescriptible estaba recibiendo de la joven. No supo encauzarlo y se sintió inundado de sensaciones placenteras, hasta ahora desconocidas para él. Así transcurrieron diez minutos, él con la mirada posada en los pies semidesnudos de la joven, no se atrevió a cambiar de postura, sólo reaccionó cuando percibió que la joven se levantaba y le decía a su perro: «Simba, vámonos». El la siguió con la vista, hasta que la distancia difuminó su silueta.

Por algún tiempo su reacción con aquella joven le pareció un fracaso personal, pero se reponía pronto diciéndose: «En realidad no le pedí nada, así que nada me negó.

 

La It Girl

 

Lo había oido o leído en algún lugar. Se adjudicaba el calificativo de It Girl a la mujer que atraía irresistible a los hombres. Profundizando en las cualidades de una It Girl, supo que no se trataba, ni siquiera preferentemente, de una mujer atractiva,  de una belleza insultante. Al parecer la mujer It Girl debía tener todas las cualidades que la hacían diferente, sólo que fallara una, esa mujer dejaba de ser It Girl. Así era difícil adjudicar el calificativo de It Girl a cualquiera, por muchas cualidades excepcionales que la adornaran. Sin embargo, con generosidad, se otorgaba el título aunque fallara en algún requisito.

Antonia leyó todo lo que se decía sobre la It Girl. Estudió  las que ya tenían el calificativo por su apariencia física y algunas aparición donde fuera entrevistada o tuviese la ocasión de manifestar su personalidad. Con todo lo que pudo leer, ver y oír, Antonia, una joven de 21 años, se preguntó si ella era una It Girl o deberían ser los demás los que le otorgaran tal privilegio.

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Hombre vs mono

He comprobado que no funcionó como pretendía. En éste he suprimido el sonido y dejo sólo el video. Creo que, en sí mismo, vale la pena. No entendemos lo que el japonés (o chino) habla con el mono mientras juegan a jenga, yo trataba de sustituirle en castellano. Al final del juego, mientras el mono consuela al hombre por su fracaso, éste le dice: estoy orgulloso de pertenecer a tu especie. Sí, creo que el mensaje es bien explícito.

Mañana 18 de 2018

 

Preparaos, queridos. Mañana, según todos los augurios, 18 de 2018, algo muy jodido va a suceder a este insignificante mundo. Variadas son las hipótesis, pero con un nexo común: no estamos solos en el Universo.

Parece verosímil que si algo terrible le va a suceder a la humanidad, el ejecutor no puede ser la casualidad, tampoco la propia y lenta acción del hombre; ésta tendría que venir de otro mundo. Y si ese mundo ha sido capaz de llegar hasta aquí y su tarjeta de visita ha sido destruirnos, sólo se entiende si nos han estudiado previamente y han concluido que somos unos bichos dañinos, que podemos extender nuestra ponzoña más allá de nuestro mundo con esos envíos sépticos al Universo profundo, diciendo que lo hacemos en nombre de la ciencia. Nos verán como nosotros vemos los insectos que, en forma de plagas, arruinan nuestras cosechas, que nos transmiten enfermedades incurables con fin de muerte. Y esos seres, encargados de evitar que el insecto hombre se salga con la suya, nos deben destruir sin dejar ni un espécimen hombre-mujer para experimentar hasta crear una especie que no sea peligrosa. Saben, o deben saber, que el ser humano en sus orígenes fue mal diseñado, que lleva en sus genes lo que la Biblia dice: Dios los creó perfectos,  (Adan y Eva), pero se olvidó de un detalle: la ambición. Dios, que debía estar entretenido en muchas cosas, ahí la cagó (bueno, lo dice de otra forma, pero no recuerdo su literalidad)

En fin amigos, familia, curiosos que caéis en mi blog y abrís por este post: Tomaos esto en serio, quizá los predictors se equivoquen de fecha, pero sería buena ocasión para plantearnos si nos creemos los reyes de la creación o sólo somos una plaga de bichos dañinos que otros, de otros mundos, han decidido fumigarnos. Si en un arrebato de humildad concluís en esto último, no desesperéis, con las cucarachas no podrán, hay más de 200 especies, alguna con forma humana; el mundo no será enteramente suyo.

Así fue

Eras muy joven. Acababas de asistir a unos ejercicios espirituales, no por tu voluntad, porque por entonces ya eras algo escéptico. Debió ser por la verborrea de aquel cura que hablaba transpuesto del pecado y de su castigo, del infierno, que te sentiste sobrecogido y culpable. El caso es que hasta te vi arrodillado con los brazo en cruz en señal de penitencia.

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