Esos parásitos inteligentes…

Hoy, la reflexión de cada día no puede ser otra. No se ha declarado la penúltima guerra mundial, los extraterrestres están en camino, aún muy lejos de la Tierra, los políticos, los fanáticos del deismo… todos, han prometido reconducirse.

Hoy toca hablar de un tema muy grave, de un Thriller sobrecogedor al que no podemos asistir  comiendo  de forma compulsiva palomitas de maíz, o de plástico, que todo llegará. 

Evito copiar y pegar en este blog, mientras no lo necesite para dar firmeza a mi reflexión. Entiendo que una reflexión personal no puede consistir en coger aquí y allá aquello que la motiva y pegarlo como propio, porque no sería tu reflexión, sino otra cosa.

Tampoco debemos expresar siempre aquellas reflexiones que parten de una concepción endogámica del pensamiento: el yo me lo guiso y yo me lo como, o sólo con otros afines en concíábulos exclusivos; esa endogamia intelectual en la que un grupos de personas, con afinidades de pensamiento, y yo diría que intereses de todo tipo, intercambian, mayormente, ideas entre ellas, sin ninguna influencia  externa.

Dicho todo lo anterior, anuncio que mi reflexión parte de un artículo leído en un periódico esta mañana. Necesito los conceptos que allí  se exponen para que mi reflexión no parezca un exceso imaginativo. Creo firmemente que el artículo no es una especulación sino el resultado de investigaciones científicas concienzudas.

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A un futuro piloto, de su abuelo

Mi nieto está pasándolo mal. Cuando eligió ser piloto de lineas comerciales no sabía, no sabíamos dónde se iba a meter. No es una carrera universitaria, que lo es, como las demás. La escuela pretende de los alumnos que desistan o que aguanten. Algunos desisten ya en primer curso y aún no han pasado lo peor. Mi nieto supero ese primer curso en unas circunstancias que a cualquiera le habrían derrotado, con consecuencias imprevisibles. Después de años estudiando en un colegio inglés, al terminar no obtuvo las certificaciones correspondientes  al último curso, porque la directora, una inglesa impresentable, seguramente una neurótica borracha,  se durmió o se le olvidó enviarlas a tiempo a la Universidad de Oxford y de Cambridge para que las compulsaran. Mientras su madre discutía con estos centros que su hijo no era culpable y en la situación que le dejaban para su acceso a la Universidad, la respuesta de una de ellas fue que lo sentían, que las normas les impedían compulsar lo que había llegado tarde. Otra de esas universidades, quizá con el humanismo que se espera impere en una universidad, propuso a mi nieto que se examinara de nuevo en delegaciones inglesas habilitadas a tal efecto.

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Más sobre «El cuento de la criada»

Escribí sobre esta serie allá por el otoño de 2017, que a continuación reproduzco, y porque terminó la primera temporada y acaba de comenzar a emitirse la segunda. La novela que ha inspirado la serie, «The handmaid´s tale» de la autora Margaret Atwood, es, con todo, más digerible que la serie. Seguramente porque fue escrita por una mujer, que de haber sido tan extrema como la serie, habría sido tachada de monstruo hasta por las feministas más radicales.

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Diario de una puta-3. ¡FINAL!

 

Ya fui a mi ginecólogo para la revisión de rutina. Con él tengo más confianza que con el de la Seguridad Social, al que no me atrevo a decirle que soy una puta, pero mira si lo sabrá, porque mi trabajo deja huella»¿Qué tal, María, cómo te encuentras?» me saluda cariñoso Don Carlos. «Yo creo que bien, Don Carlos, pero usted sabrá.» «Bien, ya sabes , avisa cuando estés preparada.»

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Diario de una puta 2

Continúa, María, escribiendo su diario, lo hace en un papel con bolígrafo y lo deja en el buzón de mi casa. Sus vivencias me han parecido poco originales, pero pocas veces fueron contadas por la protagonista. Como es de suponer, María nunca pensó en escribir nada y menos publicarlo. Desde casa espié  su llegada al buzón, y salí a su encuentro. “Hola”, le dije, «¿qué metes en mi buzón?”. Se puso nerviosa,  y con palabras entrecortadas, me dijo: “es que… escribo mi diario y… me gustaría verlo en el interné.” «¿A qué te dedicas?”, le volví a preguntar. Vacila, pero no baja la cara. “Soy puta”. Un poco sorprendido de su franqueza, le digo para tranquilizarla: «Bueno, un oficio como otro cualquiera. «¿Y quieres que yo te lo publique?” «Es que una compañera dice que usted es escritor y que pone cosas en el interné.” «Vaya, no sabía que tenía lectoras que fuesen putas. Me alegro, ya sólo me falta que me lean maricones, y me daré por  satisfecho. Vale, ¿y cuánto tiempo va a durar tu diario?.» «Pues hasta que deje el trabajo.” «Muy bien, te editaré lo que me vayas dejando, aunque no sé si yo duraré tanto como tu trabajo.” 

Y así fue que comencé a poner el día a día de María en mi blog, nunca pensé en  la  colaboración de un personaje que se contaba a sí mismo. Podía ser interesante.

 

***

Ayer fue domingo. Los domingos baja mucho la clientela, parece que porque los hombres, mayormente, hacen vida en familia: salen a comer, van al cine, se reúnen con amigos, no pueden excusarse de llegar tarde a casa llamando a sus esposas por teléfono: «Cariño, llegaré tarde, tengo trabajo atrasado, cena y acuéstate. Dale un beso a los niños. Te quiero» ¡Qué bonito! Los que se acercan  por mi esquina los dias que son fiesta  son viudos, solteros y degenerados, pero si quitas los casados, la cosa  vaya que se nota.

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Ha de ser entre dos

Invito a una fémina a seguir el relato. Se supone que es un diálogo entre un hombre y una mujer. Después de hablar él, ella deberá responder. Se espera una concordancia de estilos, pero con la sensibilidad que os supongo, no os será difícil. Además, un hombre nunca podrá interpretar el alma de la mujer, salvo que ambas se rompan y se mezclen sus pedazos. Sólo publicaré aquello que me autoricéis. Por supuesto, se publicarán todas las aportaciones, firmadas o no.

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Confesión que nada cambia

 

Extraigo esta pieza que escribí en 2003 del bosque impenetrable en el que se está convirtiendo este blog  Por entonces mi exposición universal en varios foros literarios, con cientos de participantes, era como estar en un campo de minas. Estabas sometido a las críticas más feroces, también a los halagos. Pocas veces me cuestionaban el fondo, a menudo sí las formas. Hoy, que releo lo que sigue, me digo: José, has querido ejercer de escritor, ¿que cojones querías, transitar siempre por un prado de margaritas? Si algo se te puede censurar como escritor es no haber escrito aún algo que sea de juzgado de guardia. Tomo nota.

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El escritor y su fantasma

Creo que he escrto ya bastante con el escritor como protagonista: «Escribir desde la libertad», «El escritor malogrado», «El escritor atribulado», y quizá alguno más que se ha perdido en mi memoria y que, de existir, estaría aquí, dormido, esperando la mano de nieve  que lo despierte. Sin duda el escritor es un personaje multifacético, que puede dar juego al escritor falto de ideas y para salir del paso. Un escritor, si es consecuente con su oficio y vocación, tiene la obligación de escribir sobre cualquier cosa. Afortunado que cuando empieza una novela ya tiene el quehacer señalado por unos cuantos días, meses, años. Luego, dependerá de él si lo escrito ha valido la pena. Hoy no escribo una novela, ni se me ocurre un cuento, ni tengo el corazón partido para escribir un poema,  ni una carta, nada. Recurro, pues,  al comodín que me permite seguir la jugada; tampoco es necesario ganarla.

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De cómo hoy no necesité imaginar

Acabo de asistir a un espectáculo insólito. Mi perrita, Lola, corría alocada de un extremo al otro del jardín. De pronto se paró como si hubiese encontrado algo que tenía por seguro estaba allí. Era un pollito de mirlo que, ansioso de independencia, se habría tirado, prematuramente, del nido. No tenía recursos de defensa. No volaba, aunque pude comprobar después que corría, corría veloz, cuando intentaba zafarse de mi perrita. Le grité: ¡Lola, Lola, ven aquí!. Pero Lola estaba ente la ocasión que le impulsaba su instinto cazador y no me hacía caso. El pollito chillaba. Al fin pude sujetar a Lola y apartarla de su presa. La reñí, pero no debió comprenderme. El pollito se había refugiado detrás de la valla, estaba a salvo y dejé a mi perra en el suelo. Siguió enloquecida de una punta a la otra de la valla, hasta que debió comprender que aquel no era su día.

Hasta aquí nada parece insólito, todo responde a esquemas establecidos por los animales. Lo insólito fue la secuencia siguiente.

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